domingo, 12 de agosto de 2018

Pascualita sufre con el calor.

He encontrado a Pascualita tirada en el suelo del comedor, roja como una gamba a la plancha. Siempre pensé que un poco de color la favorecería pero ¡ca! da más impresión aún. Que cosa más fea.

Llamé a la abuela para contárselo pero había salido. Me lo dijo Andresito. - Como dice que quiere exprimir al pobre Geooorge antes de que deje de ser europeo, han salido con el rolls royce para ir a no sé dónde. - ¿Tu no quiere exprimirlo, abuelito? - No. Bastante penitencia llevará el pobre... - ¿Tú crees? - ¡Sí. Estoy convencido de que no hay armas de destrucción masiva! - ¿Abuelito, estás bien? - ¡Ostras! la vergüenza ajena me ha motivado un lapsus... ¿de qué hablábamos, nena? - Déjalo. Ya llamaré más tarde.

De repente, aparecieron en el comedor, la abuela, Geooorge y ¡el señor Li! - ¡Que susto! - En el suelo, delante de mi, seguía Pascualita, no sabía si viva o muerta porque no se movía. Con suavidad la empujé con el pie hasta meterla bajo el aparador.

Estaba pasando algo raro y no acertaba a saber qué era... - Hablaba con el abuelito y... ¡Me he quedado sorda. No oigo el concierto de claxon de los coches! - "No está sorda, estás tonta. Por una vez he dejado que Geoooorge aparque bien. Va a regresar pronto a su hábitat y allí no son tan permisivos como aquí" - Pues tendrá que aparcar mal, abuela. En su país conducen al revés. - "Ahí has estado sembrá, boba de Coria. ¡Geooooorge, baja y aparca al revés! Así te irás entrenando. - Pero, madame... - "Ni pero, ni pera. ¡Arreando, que es gerundio!"

Poco después tuvimos que cerrar los cristales del balcón porque, con el jaleo de la calle, no nos entendíamos. Por fin había vuelto la rutina.

Me agaché a recoger a la sirena y me alarmé. El rojo se había intensificado. - ¿Tu tenel gamba golda en mano? - No. - Sí, yo vel. - La abuela me echó un capote. - "Las tiene el inglés. Son para la paella" - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¡Ostras, una gamba gorda, Li! - ¡Yo decil y nieta decil que no! - Es que no lo es. - Ablil mano. Yo vel.

Estaba entre la espada y la pared, así que opté en tirar por el camino de enmedio y tiré a Pascualita por la ventana. El chino gritó: - ¡¡¡Noooooooooooooooooooo!!! - ¡¡¡Fuera todos de mi casaaaaaaaaa!!! (grité a mi vez)

Ahora Pascualita duerme en un lecho de cubitos de hielo, en el fondo del acuario. El color rojo de su piel se ha ido diluyendo. Ahora mismo está en el rosa chicle... aunque tampoco le favorece. Definitivamente, su color es el tétrico blanco-amarillento-violaceo-verdoso. Solo a un ser único como ella puede caerle bien algo así.

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