miércoles, 15 de agosto de 2018

La Virgen de Agosto.

La abuela y su amiga han entrado cogidas del brazo, con un mantón, un pañuelo y un clavel en la cabeza y cantando a voz en grito: ¡¡¡Por ser la Virgeeeeeeeeen de la Palomaaaaaaaaaaa, un mantón de la China, la China, la China, la, te voy a regalar...!!!

- ¡Quietas. El suelo está mojado! - Creo que tu nieta nos quiere amedrentar jijijiijiji huuuuuy, que mieditooooooo... - ¿Se puede saber dónde os habéis puesto tíbias de chinchón? - "¡Claro que se puede saber! pero como te corroe la envídia, no te lo diremos jajajajajajaja!" - ¡Felicitanos, boba de Coria, que es nuestro Santo! - No. Hoy noooo... - ¿Cómo que no? Hacen fiesta toooooodas las Vírgenes que no tienen un día específico. Por ejemplo: la de la Paloma, la de los Remedios, la de... y un montón más. - ¿Existe la Virgen de la Cotilla? - Si no existe la inventaremos.

La abuela, desde la cocina, gritó: "¡La Virgen de la Pascual... !" (vaya, metí la pata. Pensó) - ¡Ya salió Pascual! ¿Es que no puedes olvidarte de ese hombre? - "Ha sido un lapsus tonto"

La Cotilla se encaró conmigo. - Tu abuela, como se entere Andresito, acabará mal. - ¡Que va! si son amigos de la infancia (se me ocurrió ésta historia para que me dejara tranquila) - ¡¿Qué me dices?!

La abuela preparaba el desayuno y se le fue el santo al cielo sobre lo que había dicho y siguió con su lista de Vírgenes "originales". "¡La Virgen del Brexit!... ¡Geoooooorge, ya tienes a quién rezarle! ¿Dónde está mi mayordomo favorito? - A... quí... He...re... - El pobre inglés subió a casa cargado como un burro, con una buena bandeja de ensaimadas, los avíos para un paella, la paellera, una bolsa con arena de playa y llegó a la cocina sin resuello. - "¿Has traído las algas que te pedí?" - Yes... ¿Ser para paella? (Hay que ser muy inglés para preguntar eso)

- Vamos a desayunar, Geoooorge. - No poder. Madame mandarme hacer cosa... - Entramos en la cocina y me desentendí completamente de él. - Churretes de cola cao corrían por nuestros brazos y barbillas, mientras mojábamos ensaimadas en las tazas y las comíamos con deléite y veneración. La abuela, generosa, le ofreció algunos trozos a Pepe pero, como es tímido y tiene la boca cosida, se los puso sobre la cabeza y chorrearon hasta el suelo.

Aquella delicada escena se interrumpió de pronto por un grito desgarrador, seguido de palabrotas en inglés que no entendimos pero deducimos. Fuí al comedor. Geooorge corría despavorido mientras Pascualita se balanceaba agarrada con los dientes al lóbulo de una de sus orejas. Cuándo, de un tirón secó, logré arrancarla, el hombre lloraba a moco tendido y la sangre lo manchó de arriba abajo. - ¡Calla, exagerado y toma chinchón! (le grité)

La abuela le había ordenado límpiar y llenar de arena y algas, el acuario, sin pensar que Pascualita lo habitaba, de momento, dentro del barco hundido. Debía dormir a cola suelta cuando Geooooorge la molestó y despertó. A partir de ahí se desató el fin del mundo para el inglés.


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