viernes, 24 de agosto de 2018

¿Se dice así? jajajajajaja

Dice el saber popular que, para sentirse triunfador en la vida, tienes que haber hecho tres cosas: plantar un libro, escribir un hijo y tener un árbol. Lo escuché el otro día y me pareció algo enrevesado pero, como dice la Cotilla, la sabiduría popular es la sabiduría popular y punto en boca.

De toda maneras, cada vez que me acordaba de la frase, me decía a mi misma que debería preguntar a gente más inteligente que yo, si era así cómo se decía o estaría traducida del castellano arcaico por alguien que pasó una noche de farra entre guerra y guerra con los vecinos más cercanos.

El caso es que, apovechando que los abuelitos han hecho parada y fonda en mi casa, camino de El Funeral, les he hecho la pregunta. - "¿Tú crees que son horas?" - Se trata de un sí o un no... - "Estas cosas tienen su telengendengue y como eres tan corta de entendederas, necesitaríamos las horas que no tenemos porque nos esperan para ir al funeral de Sonsóles y si hay algo que la desespera es que la gente llegue tarde a los sitios, así que a su funeral, no digamos"

Y se largaron. Al cabo de un rato, aburrida como estaba, eché mano de mis compañeros de piso: Pepe y Pascualita y les lancé la misma pregunta.

La sirena hizo la señal de OK repetidas veces. - ¿O sea... qué es así cómo se dice? - Luego sacó su dentadura de tiburón a pasear, haciendo amago de atacarme. - ¿Y esto qué quiere decir? - Pascualita, irguiéndose sobre su hermosa cola de sardina, dio un salto mortal. Ahora sí que la entendí - ¿Quiéres cola cao? Vale, pero primero dame tu opinión a lo que he preguntado. - Y lo que me dio fue un mordisco en el dedo índice con el que la amenazaba.

¡Que dolor, que doloooooooooor! Lloré, grité, moqueé, salté, brinqué, corrí la casa de arriba abajo cinco veces. El dedo crecía, crecía y crecía sin parar. Tendría que pasar una semana, por lo menos,
sin meterme el dedo en la naríz. Bebí chinchón a morro hasta que sentí que el dolor iba aflojando, después dormí la mona hasta las doce de la noche.

Pepe seguía en su sitio, impasible al desaliento pero Pascualita no estaba. De la cocina llegó un sonido ¡¿Ladrones?! ¡No lo quiera Dios! Se abrió la puerta y una risueña Cotilla salió por ella. - ¿Sabes que tenías una gamba gorde en casa? Se la llevo al señor Li. ¡Que contento se pondrá!

¡Había descubierto a la sirena!

- ¡Ni hablar! Se la llevaré yo porque se lo prometí... ayer - ¡Eso es mentira! Dame una prueba. - ¡Ni  pruebas ni leches! - Cogí a Pepe y grité: ¡cójala! - Pascualita cayó al suelo y quedó conmocionada. La metí en el bolsillo. - Vamos las dos. - ¡Que no! Ire cuando me apetezca. - Y me encerré en  mi cuarto después de coger a Pepe para tener alguien con quién hablar.

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