lunes, 27 de agosto de 2018

¿Tendrá razón la Cotilla?

En casa se encontraron la abuela y la Cotilla ¡cómo no! - "Quería verte para darte una mala noticia" (le soltó mi "discreta" abuela) - Cuéntamelo mientras veamos la Vuelta ciclista a España. Estaremos siesteando. - No hizo caso y se lo soltó.

- "Esta noche, cuando Andresito y yo vayamos a El Funeral, puedes venir con nosotros" - Huy, huy, huuuuy. Esto me da mala espina... - "Celebraremos la colocación de la foto de una de nuestras amigas, en la Pared de los Finados." - ¿Nuestra? ¿Quién es? - "Era... Catalinita Céspedes" - ¡¿Qué me dices?! Pero si era muy jóven... - Una cría, un poco arrugada, pero cría al fin y al cabo. Pero si me acuerdo de cuando nació. - "¡Ostras, la que lió su padre ese día! Estaba tan ilusionado en que, ésta vez sería niño, después de catorce niñas, la mujer y la suegra ¡Y nació Catalinita! Lloraba por los rincones y cogió una borrachera de las que hacen época jajajajajaja ¿No sé de qué se quejaba? Lo trataban como al marajá de Kapurtala. - "Era un panoli"

- ¿Así que ha muerto Catalinita? ¿cuántos años tenía? - "Ochenta y siete" - ¡Pobre, tan joven! Sí que vendré a El Funeral... Tu nieta está traspuesta ¿le pasa algo? - Es que alucino con vuestros comentarios ¿jóven con ochenta y siete años? jajajajajajaja ¿Comparada con quién? (me di cuenta que las miraba fijamente mientras el ceño de la abuela se fruncía cada vez más ¡Peligro! ¡¡¡PLAS!!! ¡Dios, que pescozón!

A pesar del dolor de cabeza que me dejó "la caricia" de la abuela, no quise perderme la fiesta y al atardecer nos fuimos todos a la cafetería.

El ambiente era de lo más divertido. Se bailaba, bebía y reía en memoria de Catalinita. En un momento dado, el viudo entregó la foto enmarcada de su mujer y se procedió al ritual de colgarlo en la Pared de los Finados. Cosa que se hace en el más absoluto silencio, por eso, la voz de la Cotilla sonó como un disparo: - Algo no cuadra aquí... ¿Quién es éste impostor? - ¡Cotilla! Es Amadeo, su viudo... - ¡NO y mil veces NO! Además, su marido se llama Hermenegildo.

La ceremonia quedó en suspenso. Todas las miradas se dirigieron a Amadeo. Temblaba como una hoja en la tormenta y la foto se estrelló contra el suelo haciendo añicos cristal y marco. - ¡Oooooooh! - gritó un público tambaleante de chichón. - Amadeo lloraba como una Magdalena. - ¡¡¡Catalinita era mi mujer ¡buuuuaaaaaaaaaa! - Todos se volvieron hacia la Cotilla que, caminando entre la gente, dijo muy seria ella, antes de salir de El Funeral con la cabeza erguida: - Aquí hay algo raro ¡y yo descubriré que es!



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