miércoles, 1 de agosto de 2018

El capricho de la abuela.

- "¡Nenaaaaaaaaaaaa! ¿Estás dormida?... ¡hip!... " - ¿Eh... ? zzzzzzzzzzzzzzz - "Van a... ¡hip!... hacerme un exooooooooooooorcismo ... ¡hip!" - ¿Eeeeeeeh? zzzzzzzzzzzzz - Deja dormir a la nena, mujer. - "Si a su abuelaaaaa... ¡hip! ... le van a hacer un... un "eso"... ¡hip!... tiene que saberlo" - Mañana se lo cuentas. - "¿Todavía... ¡hip!... no es de día? ¡Pues volvamos a... ¡hip! El Funeraaaaal y nos tomamos la última... copita."

Algo así fue la conversación, que creí escuchar ésta noche, en sueños. Pero, a media mañana ha venido la abuela, acompañada de Geoooorge que, por cierto, se está quedando en los huesos. - Mi morir fundido antes que brexit estar listo... (sollozaba el pobre)

- "Tengo al mayordomo asustado. Lo uso de testigo, sin él saberlo por supuesto" - Ay, abuela ¿a quién vas a matar? - "¡Mira, no lo había pensado! Seguramente ganaría más puntos para que me hicieran un exorcismo"

La abuela me contó que se había enterado de que en Palma se hacían exorcismos y mandó al abuelito a enterarse de que iba la cosa. Su familia, que siempre ha sido rica, está en buenas relaciones con el clero y pensaba que no habría ningún problema para satisfacer éste capricho que tiene pero no ha sido así. Por lo visto es algo muy serio.

Se ha bajado la película El Exorcista y la ha visto más de diez veces seguida. Ya ha puesto en práctica lo de escupir, vomitar, saltar en la cama, insultar - "Eso se me da bien porque me sé un ámplio abanico de insultos" - Está ensayando lo de girar la cabeza como un búho pero le duelen las cervicales. Todavía le queda mucho por pulir el personaje.

- ¿A santo de qué viene este capricho? - "Se me ocurrió de pronto una tarde que estaba aburrida de ver a la Esteban y compañía en la televisión" - Geoooorge entró en el comedor con una bandeja llena de canapés y tazas de te. La abuela se tiró al suelo, con los ojos en blanco y echando espuma por la boca mientras daba alaridos que ponían los pelos de punta. - ¡Madame, madameeee! - Mientras llamaba a una ambulancia, le llovieron los insultos más bestias. - ¡Di que tiene un ataque epiléptico! (le grité al inglés) - ¡Nooooo! ¡Ser demonio! - ¡Toma, dále chinchón! - ¡No querer! ¡Madame, no escupir!

De repente me dio un ataque de risa y no podía parar. Pascualita, asustada, subió hasta el borde del acuario a ver qué pasaba. El espectáculo no le gustó nada. Por eso me escupió dos chorritos de agua venenosa a los ojos y me los dejó a punto de salirse de las órbitas. El inglés perdió el color, el sudor que le corría por el cuerpo se transformó en frío y gritó al teléfono: - ¡¡¡Ser dos demonias!!! - Y yo corrí a esconderme debajo mi cama.

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