jueves, 13 de septiembre de 2018

Que trajín.


La sirena me vigila constantemente y en cuanto me tiene a tiro, me escupe agua envenenada la jodía. Y todo porque le he cambiado el menú. El señor Li vende unas galletas con forma de pez. Me dijo que eran para perros. - ¿A qué saben? (pregunté) - Yo no plobal. No sel pel-lo, sel chino ¿Plobal tu?

No lo probé y Pascualita no le hizo ascos a las galletas solo que debió pensar que eran golosinas y no la comida. Cuando se dio cuenta de que no había más menú que ese empezaron las agresiones. Por eso voy todo el día, por casa, con las gafas de sol puestas.

Hoy ha sido la abuela quien ha estado a punto de dejarme cegata para los restos cuando le he contado una cosa que estaba muy de moda cuando yo era pequeña y que luego quedó en desuso: Los homenajes a los Viejos en las fiestas de los pueblos o de las barriadas. - "¿A que viene eso de resucitar tiempos pasados?" - Era bonito... - "¿Les preguntaban a los viejos y viejas, si querían ser homenajeados por la simple razón de tener más años que Matusalem" -  No tengo ni idea... pero... - "Ni pero, ni pera"... ¿En quién pensabas cuando te caíste del guindo y entraste en el Pasado por la puerta grande?... - ¿No sería en mi?" - ¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!

Después de comer y antes de que el sopor de la siesta nos atrapara, dije: - Un día, junto con la Cotilla, acompañamos a una vecina, a la que no conocíamos de nada, a una de esas fiestas. Tu bisabuela me puso una pamela a la fuerza y nos sacaron una foto..." - ¡Tienes que enseñármela! - "No sé que fue de la pamela... - Digo la foto. - "¡Por encima de mi cadáver, boba de Coria!"

La Vuelta ciclista a España pasó sobre nosotras y nos dormimos a pierna suelta. Y ahí estaba yo con mi pamela, llevando del brazo a la abuela que andaba despacito, no tenía dientes y decía que quería comer gachas. Y lo que es peor. ïbamos camino de la iglesia en procesión. La abuela, a pesar de estar gagá, quería chinchón: Quierooooo agüíta fresca que picaaaaa... Y peor aún, le pellizcó el culo al cura cuando pasamos por su lado. - ¡¡¡AYYYYY, SEÑOOOOOOOOORA!!!

Al despertar, la abuela no me quitaba ojo. - "¿De qué te reías mientras dormiamos?  ¡De mi! ¿A qué sí?... ¡¡¡Te estás riendo!!!" - Y me tiró el chinchón que se estaba bebiendo, con copa y todo.

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