viernes, 21 de septiembre de 2018

Si monto un circo, me crecen los enanos.

La vida no es tan mala como pensamos y buena prueba de ello es que ¡la Cotilla está afónica perdida!

Otro tanto le ocurre a Bedulio, claro que a él la faena le ha salido mejor porque el médico le ha dado la baja hasta que recupere la voz, que va a tardar porque está totalmente mudo.

Por otra parte, Andresito quiere congraciarse conmigo y cada día me manda nuevos pececillos a través de Geoooorge que tampoco comprende porque, según al abuelito, los tiro al váter. - Pero si eres inglés ¿cómo vas a entenderme? - le digo para que se pique.

He comprado un nuevo acuario y meto allí a los pobres peces. Ya está llena pero no puedo decírselo al abuelito porque vendrá a verlo y se dará cuenta que es otro. Menudo problema tengo ahora.

Esta mañana he encontrado a la Cotilla mirando los dos acuarios, después me ha mirado a mi: - Es una pena que cerraran los manicomios.(ha dicho con su voz apenas audible) Te tendrían allí en bandeja para estudiar esa cosa que tienes por cerebro ¡¿quiéres decirme por qué tienes peces amontonados en uno y nada en el otro acuario, salvo algas, boba de Coria y de todos los pueblos de alrededor?

No me quedó más remedio que pedirle un favor. - Usted que tiene mucho arte en eso del trapicheo, ¿por qué no se llega hasta la tienda de peces donde compra mi abuelito y convence al dueño para que se los quede? Se los cedo gratis y sobretodo, que no se entere el abuelito. - Si no hay dinero por medio ¿qué ganaré yo que tengo que hacer de intermediaria? - ¿No puede hacer nada por amor al arte? - Naturalmente que no.

Ha comido en un comedor social porque se ha enfadado conmigo: - Tú lo que quieres, es que arrastre por los suelos mi reputación comercial ¡Anda ya!

Está visto que tendré que hacerlo yo... después de la siesta.

Para entonces tampoco quedaban peces en el segundo acuario. Pascualita lo descubrió sin yo saberlo Y después de saltar al suelo, reptar media casa y encaramarse ayudándose con la fuerza de su cola de pez antidiluviano, cayó dentro del acuario como las siete plagas de Egipto. No dejó ni un pez.

Al atardecer llegó la Cotilla. - Vale, entregaré los pececillos al de la tienda y comeré aquí toda la semana. - ¿Eeeeh?... estoooo, ya no hace... falta... - Me miró sorprendida - ¿Pero... ? ¿Qué ha... pasado...? ... ¡Ooooooh, noooooooooooooooooo! - Los ojos se le pusieron como platos - ¡¡¡Los has tirado al váter!!! - Y salió corriendo hacia el cuarto de baño. - ¡¡¡Solo espero que NO HAYAS TIRADO DE LA CADENAAAAAAAAA, PECECIDA!!!



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