miércoles, 26 de septiembre de 2018

¡Siete años ya!

Me ha parecido escuchar chillar a un cerdo como si lo estuvieran matando en el rellano de la escalera. He puesto el ojo en la mirilla de la puerta y lo único que he visto ha sido a un señor con falda plisada, boina y soplando un palitroque. - ¿Y el cerdo? (me pregunté)

Miré de nuevo ¡pero si era Geoooorge tocando una gaita! Abrí de golpe. - ¿Qué haces tú aquí, imitando a un cerdo moribundo? - ¡La que se armó! Nunca lo había visto tan enfadado: que si había insultado a Escocia, que si la gaita para arriba y la gaita para abajo ¡yo qué sé lo que soltó por esa boca bebedora de té! - ¡Para, para!  Una de dos, o yo tengo muy mal oído musical o tu tocas la gaita de pena.

Se abrió la puerta del ascensor y salieron los abuelitos. Andresito llevaba un paquete de una pastelería. - "Pasa delante, Geooorge y esmerate" - ¡Nou,  nou and nou! Boba de Coria decir que yo tocar mal. Yo enfadado. No entrar. - "¿Nunca te han dado una patada en el culo? Pues prepárate porque volarás hasta estrellarte contra el espejo del aparador y clavar allí los dientes. ¡A la una, a las dos... " - La gaita volvió a sonar y el inglés entró en casa marcando el paso.

Andresito, sudoroso, dejó el paquete en la mesa del comedor y se apresuró a usar el Ventolín - Hay que ver... lo que cansan las... escaleras de ésta casa, nena... - Pero si has subido en ascensor, abuelito. - Por cierto ¿qué celebramos? (pregunté) - Tu abuela lo sabe...

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! ¡Me apunto!

La Cotilla, a pesar de los años y las penurias, sigue teniendo un "radar" muy efectivo para detectar dónde se papea.

En la cocina, Geoooorge se afanaba preparando una paella de marisco. Quise ayudarle en desagravio por lo del cerdo pero, enfadadísimo, se negó en redondo. - Vale. Pues mientras tu guisas yo miraré  que llevas bajo la falda escocesa que te has puesto. - El mayordomo se envaró. - ¡Tú no mirar nada! - ¡A ver, a ver! jajajajajaja ¡Estate quieto, inglés! ¿No llevas calzoncillos? jajajajajaja

De repente escuché la voz airada de la Cotilla. - ¡No tienes vergüenza! - Me asomé al comedor y la vi enfrentada a la abuela que ponía los ojos en blanco - ¡Delante de tu marido no puedes festejar el cumpleaños de Pascual! ¡De tu amante! - "Que dramática eres, Cotilla. Y no grites que te oirá"

Entonces recordé lo que íbamos a celebrar: Hoy hace SIETE AÑOS que encontré a Pascualita dentro de una lata de sardinas en aceite cuando me estaba preparando la merienda. La sirena más fea y con más mala leche de los Siete Mares, apareció en casa y conquistó el corazón de la abuela. Por eso quiere celebrarlo con gaitero y todo.

Andresito salió del baño y vino hacia mi. - ¡Toma, nieta (¡me dio un sobre con dinero!) Muchas felicidades. Tu abuela me ha dicho que hoy hace años que te dieron un Máster... nunca lo hubiese dicho, pero, para uno que es auténtico, hay que celebrarlo.

Colocada en plan broche en el pecho de la abuela, Pascualita presidió la comida de su cumpleaños en casa. Comió, bebió todo lo que le dio la abuela hasta caer de bruces en el azúcar de la ensaimada grande de crema quemada. Y allí le dio por hacer el angelito moviendo los brazos como si estuviera en la nieve.

Pero nadie se enteró. Ya nos cuidamos la abuela y yo de ir rellenando copa tras copa, de la Cotilla, Andresito y Geoooorge. Cuando llegó el café ya no se enteraban de nada.

¡¡¡FELICIDADES, PASCUALITA!!!



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