domingo, 8 de septiembre de 2019

¡Andresito, Presidente del Gobierno!

Estoy que  no estoy. Tengo a Pascualita loca perdida. A Pepe no porque, la pobre cabeza jibarizada, nunca se inmuta pero si tuviera el resto del cuerpo, estaría loco también.

Por las sillas de casa tengo repartidas mantitas, toallas de playa, bañadores y bikinis, rebecas y anoraks ligeros. Si me levanto de dormir y tengo frío me tapo y echo agua de mar, caliente, al bidón de la sirena. Y si tengo calor, cubitos de hielo.

Hoy ya me ha escupido agua envenenada tres veces. Se planta en lo alto del bidón y me vigila. Es como un búho con cola de sardina. No quiere que me acerque a su hábitat de plástico en cinco metros a la redonda.

La abuela ha venido con Geoooorge, más cabreada que un mono, a pedirme que de asilo familiar a Andresito. - ¡¿Otra vez?! Esto ya pasa de castaño oscuro. Acabaré pensando que vivo en la embajada de un país bananero. - "¡Si, en Familándia! Colgaremos una bandera en el balcón e inventaremos un himno y todos los días de la semana serán Domingo." - Vale, abuela. Me lo quedo... ¿Qué ha hecho ahora? - "Está recogiendo firmas para que lo hagan Presidente del Gobierno de España" - ¡Ostras, que guay! - "¿Ves cómo eres tonta?" - Pues yo le votaría.

- "¡Tu no sabes lo que es que te den la lata con el temita, de la mañana a la noche. Es agotador!" - Lo sé. - "¡¿Qué vas a saber?! Hay que vivirlo día a día." - Es lo que hacemos en cuanto ponemos la tele... - "Tienes razón pero, si encima quien te lo cuenta es tu marido y no lo callas ni llenándole la boca de chinchón, acabas pidiendo el divorcio exprés."

Una vez que Geooorge, como buen mayordomo, hubo colocado la ropa del abuelito en los cajones del antiguo cantarano de la abuela, se marcharon. A mediodía se presentó Andresito cargado de comida china. Y yo me coloqué a Pascualita en plan broche por si el abuelito hablaba de su ilusión política.

Mientras comíamos me dio un mítin sobre sus virtudes políticas, su programa de Gobierno y no sé cuantas cosas más. Vamos, que se me pasó la comida en un plís plás. Me entusiasmé, aplaudí a rabiar, insulté a quién me dijo, abucheé a otros. Gritaba, sudaba, me emborrachaba con su labia y acabé gritando: - ¡¡¡¿DÓNDE HAY QUE FIRMAR, ABUELITO?"

Exahustos, acabamos en el sofá de la salita, delante de la tele, viendo la Vuelta ciclista a España... Es un decir porque dormimos como lirones y nos despertamos cuando solo quedaban cinco kilómetros para llegar a meta.

En principio no notamos nada raro hasta que nos espabilamos un poco y vimos, esparcidos por el suelo y hechos trizas, los papeles con las firmas recogidas por el abuelito. ¿Quién lo había hecho? ... - ¡¡¡La oposición ha entrado en ésta casa!!! (Andresito estaba fuera de sí) - Eso pensé yo también hasta que vi la cola de un pez desapareciendo bajo una de las butacas.





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