miércoles, 11 de septiembre de 2019

Sigo buscando un sireno o algo por el estilo.

Pascualita está bizca perdida porque lleva horas delante del televisor viendo vídeos de fauna marina que le pongo para ver si, entre tanto bicho, alguno le gusta no solo para comérselo.

La he puesto en el sofá para que esté más cómoda pero he tenido que cambiarla de sitio porque, de repente, le da por morder la tela, los cojines, lo que tiene más a mano y ha echo varios agujero. Tendré que coserle parches al sofá ¡Cómo se puede ser tan salvaje!

La he metido en un barreño con agua de mar, colocado sobre la mesa que la Cotilla usa para montar sus altares a los Amigos de lo Ajeno cuando le da la vena.

 - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! - ¡Ostras, la Cotilla! - (Menos mal que tengo buenos reflejos y me ha dado tiempo de tirar por la ventana el barreño, con Pascualita dentro)

- Huy, tú escondes algo... ¿qué hacías? (la Cotilla ha puesto en marcha su "radar" cotilleador) - Na..da... - Te conozco como si te hubiera parido, boba de Coria. Estás alterada, nerviosa y sofocada. - Los peces me ponen nerviosa y ya me he tragado un montón de vídeos... - ¿Y eso? - Porque hice una... una promesa para que el abuelito fuera Presidente de España... - Pero no lo será. - Aún así, los veo. Tal vez mi insistencia haga que todo fluya para bien para Andresito. - Yo sería vicepresidenta. - Y la abuela Esposa del Presidente. - ¡Es verdad! No habrá quien le tosa a la millonetis (esto lo dijo con un deje de envidia cochina que tiraba de espaldas)

Llamaron a la puerta. Era Bedulio vestido de Municipal y en lugar de gorra llevaba el barreño encasquetado, el uniforme chorreando y cara de pocos amigos mezclada con la de ¡huy, que miedo tengo!

- Esto (señaló el barreño) ha caído de tu ventana... Y estoy seguro de que dentro hay algo más, aparte del agua que me ha duchado... ¿qué puede ser?... No me atrevo a tocarlo...

Le conté la trola de que el barreño pasó volando delante de mis narices, antes de "suicidarse" ventana abajo. - Son cosas de mi primer abuelito, Bedulio... Lo siento...

El pobre perdió el poco color que le quedaba, se le aflojaron las piernas y yo corrí a buscarle una silla. Sabía qué pasaría en cuanto levantara el barreño. Pascualita, convertida en un torbellino feroz, dejó mondo y lirondo al municipal, en un abrir y cerrar de ojos.

Ahora, él y la Cotilla, duermen lo más parecido a un coma etílico para que, al despertar no recuerden nada de nada.

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