viernes, 27 de septiembre de 2019

En Tomás Cuc.

¡¡¡Aaaaaaaaaaayyyyyyyyyyyyy!!! ¡Los dioses me han abandonadoooooo! ¡Si monto un circo me crecen los enanoooooooooos! - ¡Abuelito, por favor, calla ya, hombre, que me tienes loca! - "¿Ves por qué te lo he mandado? Así está todo el día." - ¿Aún no ha superado lo del MAS? 

Con los gritos, lloros y lamentos de Andresito apenas nos oíamos y hablábamos a grito pelado. - ¿Qué dice la Momia? - "Nada. Se ha encerrado en su habitación con los cubanitos culitos-respingones, ha puesto la música a tope y encantada de la vida. Esa sí que sabe."

- ¿Por qué berrea tu marido? - "Poco he podido entender entre tanto jaleo. Por lo visto ha perdido algo pero no sé qué." - ¡La chaveta! - "Otro que también llora cuando cree que no le veo es Geoooorge" - ¡No me digas! Menuda compenetración entre amo y criado.

Recurrimos al chinchón para que Andresito soltara la lengua y nos informara o bien, se durmiera un buen rato y nos dejara ver, tranquilamente, el programa de la Esteban. Optó por lo primero después de meterse media botella de licor entre pecho y espalda.

- Toda la culpa la tiene mi secretario que sabe muchos idiomas pero todos los habla con acento mallorquín... ¡snif!... Me dijo que: el Tomás Cuc ha perdido un Potosí. - "¿Y?" - Pues eso pensé yo ¿Y? - "¿Quién es ese tío?" - Ah, yo que sé. - "¿No se lo preguntaste?" - Estaba con mis cosas de la política ¿para qué iba a preguntarle?

La abuela reflexionó un buen rato. - "Por más que pienso... no conozco a ningún Cuc..." - El abuelito rompió a llorar ¡otra vez!. Sí que lo conoces, sí... ¡snif!... Dile a Geoooorge que te lo escriba en inglés.

Obediente, el mayordomo escribió: Thomas Cook. - ¿Entiendes ahora mi desesperación? ¡Se han arruinado y nos han dejado con el culo al aireeeeee....! Tendremos que cerrar los hoteles. Los proveedores no quieren servirnos si no les pagamos antes... ¡Y me quedo sin partido políticooooo!

Harta de oírlo, Pascualita, que llevaba rato escondida en el barco hundido, salió a la superficie a toda velocidad y lanzó, con precisión, un chorrito de agua envenenada en plena cara del abuelito. - ¡Ahora si que berreaba, gritaba, lloraba, moqueaba, saltaba, se daba golpes por las paredes... con razón!


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