domingo, 15 de septiembre de 2019

¡oH, NOOOOOOOO!

Cuando el agua del bidón-pecera de Pascualita se calmó y todo volvió a su sitio: la arena al fondo, las algas quedaron quietas después de su loca orgía de baile esquizofrénico; el barco hundido recuperó su verticalidad y dejó de estar patas arriba. Pascualita flotaba, feliz, en un agua clara y mi corazón se hinchó de gozo al ver que había dado en el clavo: un langosto podía sustituir perfectamente a un sireno en "las labores" erótico-festivas con la sirena.

Pensé que debíamos celebrarlo. Eché un buen chorro de chinchón al bidón y serví unas cuantas copas para mi. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! ¿Bebiendo antes de desayunar, boba de Coria? - ¡Estamos celebrando un gran acontecimineto! - ¿Estamos? ¿Quién es Estamos? - Quién va a ser... pues ¡Pepe! (Uf, en menudo jardín me estaba metiendo)

- ¿Pepe? ¿El llavero cabezón? ¡Estás peor de lo que pensaba! ¿Qué ha hecho ese esperpento? ¿hablar, guiñarte un ojo, sonreir, sonarse los mocos...?  Si solo es una cabeza, cortada y reducida por los jívaros en el año Catapún ¡Esto tengo que contárselo a tu abuela y que te lleve a Lourdes o  a Fátima, a ver si pueden hacer algo por ti...!

- Cotilla, no sea tan exagerada. Pepe es la única persona con la que puedo hablar y no me replica. Por eso le cuento cosas, las analizamos, tómamos un acuerdo... o no. En fin, es el más fiel camarada. ¡Estas cosas no se las cuentes a ningún chico que se te arrime porque no volverás a verlo!

La vecina corrió hasta el barrio elegante donde viven los abuelitos en su Torre del Paseo Marítimo para contarle que su nieta está muy pallá.

Entonces, antes de que invadieran mi intimidad, fui a asaltar la de Pascualita. Llevaba dos días sin ver al langosto. - ¡Menudo tute le está dando ésta! (pensé) ¡Muy bien, muxaxa Dale caña!

Estuve fisgando bastante rato pero el langosto no se asomó para que lo viera.

Cuando ya me daba por vencida una pizca de algo color coral brilló junto a un alga. Un escalofrío recorrió mi espalda... No puede ser (me decía para tranquilizarme) Me puse las gafas de leer y así descubrí otros minúsculos pedacitos que fueron confirmándome que el langosto no estaba escondido, descansado de los juegos amorosos... ¡No estaba! ¡¡¡LA SIRENA SE LO HABÍA COMIDO, LA MUY JODÍA!!!

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