jueves, 19 de septiembre de 2019

El pulpo.


Sentada en la arena de la playa, con los pies en la orilla, recibiendo el húmedo beso de las suaves olas que rompían en ella, me dispuse a merendar mientras un gran trasatlántico hacia su entrada en la bahía de Palma. Iba lento, apenas se notaba su avance hacia su atraque en el muelle donde se acoplaba son suma facilidad.

Mientras masticaba dos galletas Quely en plan rumiante, me mordí la lengua por pensar en las musarañas en lugar de en lo que estaba haciendo y, furiosa, tiré una de las galletas al agua sin parar de quejarme.

Una sombra, bajo el agua, vino en línea recta hasta dónde yo estaba. Solo me di cuenta cuando me rozó un pie. Salté como un resorte y me quedé de pie, algo mareada por el vaivén del mar. En unos segundos había pasado de ser un ser humano sentado a ser un tentetieso bamboleante ¡Que mareoooo! ¡He visto un pulpo en la arena!

Miré al suelo y allí estaba, un pulpo de menos de dos palmos de largo, parecía haber tomado posesión de mi lugar en aquella playa porque extendió sus tentáculos hasta parecer un tapete de ganchillo en una mesa redonda. Con uno de ellos tomó el trozo de galleta que yo comía, puso las patas hacia atrás, y salió nadando tan tranquilo rumbo al horizonte.

Quedé flipando en colores ¡Que bonito! y no había nadie por allí haciéndole fotos ¡Mecáchis!


Cuando se lo conté a la abuela montó en cólera: - "¡¿Y no lo has cogido?!" - ¿Para qué, pobrecillo. No me gusta comer pulpo. - "Para Pascualita, alma de cántaro ¿No le estamos buscando pretendiente?" - ¿Un pulpo...? No me gusta para ella. Demasiado sobón con tantos brazos... - "Pues, a lo mejor, eso le gusta a mi chiquitina. Hale, mañana vuelves a la playa con galletas Quely y en cuanto aparezca el pulpo ¡ÑACA! Lo coges, lo metes en el bidón-acuário y a ver qué pasa" - Meteré también un botecito de pimentón de la Vega para el aliño del pulpo a la gallega.



De repente, el agua de mar del bidón se volvió negra: la tinta del pulpo... Cuando se aclarara ¿encontraría al pulpo, a Pascualita o a la madre que los parió, la abuela incluída.

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