lunes, 23 de septiembre de 2019

Y aquí paz y después, gloria.

Estamos desoladas después de saber que Pascualita se merendó al pulpo. La abuela sobre todo porque se había hecho la ilusión de tener el bisnieto más original del mundo porque ¿a ver que especímen podía salir de una pareja tan dispar? Pues nada, su gozo en un pozo y ahora llora su pena por los rincones de la Torre del Paseo Marítimo y su marido, Andresito, no sabe por qué.

- Nena ¿sabes si tu abuela está quejosa de mi? Está fatal y no sé si es por mi culpa, por la tuya, por la de su horrible amiga la Cotilla... - Tal vez se deba a tener que quedarse sin mayordomo inglés en cuanto entre el Brexit  que, por cierto, dicen que ya está a la vuelta de la esquina. - Puede que tengas razón... no había caído en eso. Me quitas un peso de encima, nena.

Otra que está desilusionada es la Cotilla cuando se ha enterado que el negocio de los pulpos ha quedado en agua de borrajas. - Pero... yo vi pulpitos... - Usted vio lo que quiso ver, pero solo era un pequeño tentáculo. - Ya, pero detrás del tentáculo va el pulpo ¿no? Vamos, que juntos forman un pulpo... ¿dónde está? ... ¿No se los habrás vendido al señor Li? ( se puso en jarras para decirme ésto) - No, no, no. Se murieron y Santas Pascuas. - ¿De qué? - De la gripe aviar. - ¿Ah, si?... ¿La de los pollos?... ¿Y cómo la cogieron? - Ay, Cotilla ¡yo que sé! La traerían de fábrica.

Me miró fijamente durante unos segundos y dijo: - Después de escucharte me hacen falta unos chinchones. - ¿On the rock? - ¡No! A palo seco.

Pues, aunque no puedo decirlo, me alegré de que las ilusiones de la abuela y la Cotilla no se cumplieran porque entonces ¡si que pasaría yo a un segundo, tercero u octavo puesto en la familia!

No quiero imaginarme lo que pasó el pobre pulpo en manos de semejante monstruíto. Esta mañana ha salido del barco hundido con un trozo de tentáculo en la boca. Ha nadado hasta la superficie y mirándome con sus ojos de pez, se lo ha tragado, luego ha soltado un eructo que se han movido hasta los cimientos de la finca.

Ahora estamos las dos empardaladas delante de la tele, esperando que salga la Esteban para dormir una siesta reparadora.

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