sábado, 21 de septiembre de 2019

Envidia cochina.

"¡¡¡Ayayayayayayayayyay que cerquita está el cumpleaños de Pascualitaaaaaaaa!!!" - La abuela no sabe que hacer para ponerme de los nervios. ¿El cumpleaños de la media sardina? ¿eso es importante? ¡¿Y el mío?! - "¿Qué tendrá que ver la gimnasia con la magnesia? Además, no me lo recuerdes porque, cuantos más cumples, más se te pasa el arroz para tener un bisnieto"

¡Ya salió el temita! Estas cosas me exasperan. ¡Me sacan de quicio! - ¿Cuántas velas le pondrás a la tarta del monstruíto? porque debe ser más vieja que andar palante. - "Te corroe la envidia. Celebraremos su venida a ésta casa" - ¡Que pena que no me la comiera ese día! - "Huuuuuuy, ¿A qué la hago heredera universal y se queda con la Torre del Paseo Marítimo?" - ¡El abuelito no lo permitiría! - "Eres más corta que las mangas de un chaleco ¿todavía no sabes que pueden más dos tetas que cien carretas, boba de Coria?"

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! Se os oye desde la calle ¿A quién vas a hacer heredera universal, decías? ¿A servidora? - ¡No, Cotilla. Ni a usted ni a mí, sino a (yo estaba embalada y cegada por la rabia) ¡¡¡A Pasc...!!! ( logré morderme la lengua antes de meter la pata)

Pero la pata ya estaba metida y la reacción de la Cotilla fue como si la hubiese mordido una cobra egipcia. Se revolvió sobre si misma quedando frente a la abuela, y amenazándola con el dedo índice, a medio centímetro de los ojos de su amiga, gritó: ¡¡¡ ¿A PASCUAL? POR ENCIMA DE MI CADAVER!!!

La discusión que no ha cesado hasta que ambas amigas han quedado dormidas en el sofá de la salita después de vaciar, entre grito y grito, una botella de chinchón.

Una vez sola y para tranquilizarme, he vaciado el bidón-acuario, con cuidado para no cargarme a nadie, algas incluídas. Después, cuando el agua clara dejaba ver el fondo, ni la sirena ni el pulpo daban señales de vida... ¿se habrán comido entre ellos? ...

Los ojos ya me hacían chirivitas de mirar fijamente, un pequeño trozo de tentáculo se asomó por una de las aberturas del barco hundido. - Oh, oh, nos hemos quedado sin Pascualitaaaa... (me dije) - Poco después salió la sirena, nadó hacia mi haciendo la señal de OK y volvió, rápidamente, a su nidito de amor. - ¡Vaya! 


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