miércoles, 25 de septiembre de 2019

¡Que día , por favooooor!

Pascualita está revolucionada. No para quieta en el bidón-acuario. Tengo que estar todo el día pendiente de ella porque, en cuanto la pierdo de vista, salta al suelo y me cuesta la misma vida encontrarla.

Repta a toda velocidad, como esos bebés que parece que les han dado cuerda y yo ya no estoy para estos trotes... No se trata de la edad porque todavía estoy en edad de merecer pero no estoy acostumbrada a correr tras medias sardinas que se esconden bajo los muebles o dentro de los cajones.

Me he pasado la mañana llamándola: ¡¡¡PASCUALITAAAAAAAAAAAAAA!!! - y como el que oye llover. Y encima, como no habla, ni taconea, no tengo más pista que seguir que el rastro de agua que deja en el suelo. Pero como hace tanto calor, se evapora en un periquete.

He llamado a la abuela: - ¿No dices que la sirena es tu amiga del alma? ¡Pues ya estás viendo a buscarla y una vez que la encuentres te la llevas a tu casa. Yo tiro la toalla! - "Que inoportuna eres. Hoy cena en casa el señor Obispo. No puedo venir, boba de Coria" - ¡Manda a Geoooorge! - "¿Quiéres que la descubra?" - ¡Quiero que se la lleve!

He tomado varios chinchones porque tengo los nervios de punta. ¿Dónde estará éste bicho? Ya no sé dónde mirar. Y, encima, el bobo de Pepe no quiere darme una pista. Porque no tendrá ojos pero no se le escapa una al jivarizado.

De repente, me doy cuenta de que el balcón tiene la puerta entornada y me da un pálpito. - ¡Ayyyy, Dios mío! ¿A qué se ha caído a la calle? - Me asomé a la barandilla y abrí la boca para gritar su nombre a los cuatro vientos pero mi sexto sentido me lo impidió... O fue eso o que vi llegar a la Cotilla.

Un perro ladraba furioso al alcorque del árbol de la calle. Me asomé cuanto pude para verlo bien pero las ramas me tapaban la vista. Me incliné un poco más hasta que ¡me quedé basculando! - ¡Socorrooooooooooo, que me caigoooooooo!

La Cotilla levantó la cabeza. - ¿No te da vergüenza hacer tonterías a tus años? - Un vecino, que también me vio, movió la cabeza en plan "ya está otra vez la tonta esa del primero haciéndose notar" - Una vecina que iba a por el pan, me gritó enfadada: - ¡Mira que te gusta enseñar las bragas, cochina!

Entonces el perro montó una escandalera y salió huyendo con el rabo entre las patas. Y ahí fue cuándo la cabeza me pesó más que el culo y ... ¡¡¡PATAPÁN!!! ... Caí en brazos de Bedulio que pasaba por aquí haciendo su ronda.

Salté al suelo, corrí al alcorque y, como pensaba, allí estaba Pascualita. La metí en mi bolsillo mientras el Municipal me ponía a parir. - ¡Pesas más que una vaca en brazos! Aaaayyyyyyyyy... El perro cada vez lloraba más y andaba menos. Una de sus patas ya tenía el tamaño de un jamón de jabugo y seguía hinchándose... Cuando la ambulancia se llevaba a Bedulio, él me amenazó: - ¡¡¡Volveré y te pondré una multa que te cagas!!!

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