jueves, 24 de octubre de 2019

Una cosa menos.

- "Es necesario que tomes una determinación, Pascualita. Vamos a ver ¿te gustan o no te gustan los dragones? Porque no puedo tener al pobre Geoooorge todo el día pendiente de si ve alguno para cogerlo. No le gusta. Le da repelús y además no entiende esa repentina fiebre que cree que me ha entrado a mi con éste tema. Encima está loco porque se firme ya, de una vez por todas, el dichoso Brexit y se irá a su tierra de una vez por todas ¡Y yo no quiero quedarme sin mayordomo inglés porque tengo un estatus económico y farda mucho"

Mientras la abuela le soltaba la parrafada a la sirena, que parecía escucharla atentamente, no dejaba que se le secara la boca con tragos de chinchón. Hasta que la media sardina se cansó, se impulsó con la cola de pez y cayó dentro del vaso donde bebía su amiga del alma. - "¡Loca! Si quieres, pídelo!"

Así acabó la conversación. Se sentaron juntas en la butaca de la salita, frente al televisor, para ver como sacaban un viejo féretro a punto de hacerse trizas.

Esperaron, esperaron, esperaron... hasta que el chinchón hizo su efecto y durmieron a pierna suelta tan ricamente... sin ver nada.

A la hora de comer saqué un bote de judías estofadas que compartimos las tres. Pascualita se apunta a un bombardeo. Fue entonces, durante el telediario, cuando vio lo que le interesaba. "Apaga la tele y brindemos por la Democracia" dijo la antigua proletaria. La sirena no se quedó atrás y trajinó sorbitos de chinchón mientras hacía la señal de OK con sus deditos palmeados.




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