domingo, 20 de octubre de 2019

Víspera de Las Vírgenes.

El dichoso dragón-amante ha aparecido sobre la encimera de la cocina cuando iba a prepararme el desayuno. Aaaagh, no lo puedo evitar, se me pone la carne de gallina y he salido por pies.

Me faltaba el aliento cuando he abierto la ventana del comedor para que entrara aire. Reconozco que no estoy para estos trotes a pesar de mi juventud.

Pascualita me miraba, curiosa, desde el borde del orinal aristocrático... Si ella estaba en el comedor ¿cómo había llegado el dragón a la cocina?  La sirena me enseñó los dientes. Tenía hambre. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! - La Cotilla entró a paso de carga. - ¿Has hecho buñuelos, nena? - No. - Pues ésta noche es víspera de las Vírgenes. - ¿Y? - ¿Que les darás a quienes vengan a rondarte ésta noche? - No vendrá nadie... como siempre.

¡Maldito vejestorio! Ya me ha puesto de mal humor recordándome mi poco éxito con los rondadores. Y cambié de tema. - Cotilla ¿por qué no tira a la basura el dragón que hay en la cocina? - ¡Quítalo tú, boba de Coria! - ¡¡¡Por favor, por favor, por favor, por fav...!!! - ¡Vale. Pero es la última vez que lo hago!

Entró muy decidida y al cabo de un momento exclamó. - ¿Qué le ha pasado a éste bicho? Es como si lo hubieran absorbido. Solo queda la carcasa. - Miré al orinal. La sirena había vuelto a la superficie y, en estos momentos, me hacía la señal de OK

Un escalofrío recorrió mi cuerpo serrano. ¿Cuántas maldades había aprendido desde que el mundo es mundo éste pequeño monstruo? con razón el pobre había huído de ella - ¡Ven y lo verás, nena! - ¡No hace falta! - Pero la Cotilla no se da por vencida así como así, y se me acercó llevando en un platito el cuerpo exangüe del dragón. Parecía una pegatina.

A punto del desmayo, tuve que atender el teléfono. - "Desde que descubriste lo del dragón estoy encantadísima. Dentro de un rato Geooorge te traerá tres más dentro de una cajita ¡Que ilusión, nena. Tendremos sirenitas y sirenitos."

Ahora son las doce de la noche y bajo mi balcón hay unos tunos cantándome Clavelitos. Los ha mandado la abuela como regalo por haber descubierto uno de los secretos de Pascualita. En casa no tengo ni buñuelos ni moscatel... No me queda otra que invitarles a subir porque hace hora y media que cantan la misma canción y algunos vecinos ya les han tirado cubos de agua. ..

Menos mal que el chinchón ha funcionado muy bien y los tunos duermen la mona a pierna suelta en los muebles y el suelo de la salita... He tirado un buen chorreón de chinchón al orinal aristocrático y también Pascualita duerme a cola suelta.

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