viernes, 5 de junio de 2020

84 días de Estdo de Alarma.

La abuela me llama cada dos por tres para decirme: - "¿Te he dicho alguna vez que eres tonta, boba de Coria?" - Hace diez minutos... - "Pues lo eres. Que lo sepassssss..." - Estoy por llamar a Bedulio y denunciarla porque ésto es un sinvivir.

Y lo peor es que Pascualita se da cuenta de todo y cuando suena el teléfono se pone a dar saltos mortales en el acuario, inundando el suelo del comedor de agua. Después, mientras la abuela repite su mantra, la sirena hace la señal de OK con sus deditos palmeados ¡Que jodío es éste bicho! La he amenazado con hacer con ella un escabeche pero sigue a lo suyo.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! - ¿Es verdad lo que me han dicho de ti? - Vaya usted a saber. - Pues si no lo sabes tú... - Es que si no me dice de que va la cosa... - Que haces viajes astrales. - ¿Eso qué es? - No te hagas la longui conmigo. Una vecina, que se pasa el día mirando tras la persianas, te ha visto subir al árbol de aquí abajo y desaparecer durante un tiempo.¿Qué tienes que decir a eso? - Pues que, si se descuida, esa mujer le va a quitar el título de Cotilla oficial del barrio.

- Déjate de tonterías y suelta la mosca. - Es verdad que me subo al árbol... - ¡Lo ves como tiene razón! - ¿Y dónde vas? - A ver los nidos,. - ¿Para qué?... ¡¡¡No me lo digas que lo sé!!! No haces ningún viaje astral, jodía. Tu vendes los huevecillos de los gorriones para que los sibaritas del barrio de tu abuela, se hagan delicatesen con ellos ¿A qué sí?

La sorpresa me dejó muda pero la Cotilla lo interpretó como le dio la gana. - Bien callado te lo tenías, boba de Coria. Los negocios entre familia se hablan y se comparten. - ¿Qué familia? - Tu yo, en éste caso. - Pero... - Vale que no somos de la misma sangre pero, no me negarás que para los negocios has mamado a mis pechos. - ¿Perdón...? (y puse cara de asco)

De repente, la Cotilla puso en marcha sus piernecillas centenarias y salió al balcón con un trotecillo cochinero difícil de seguir. Puso una silla contra la barandilla, se subió, avanzó un brazo hacia la rama más cercan y si no la llego a coger, aterriza en la acera dejando allí un revuelto de sus sesos para gloria y disfrute de los animalitos callejeros.

Llevo la cara, los brazos y el pecho, arañados porque la Cotilla tiene un genio cuando se trata de asuntos con dinero por en medio que me río yo de los mordiscos de la sirena. Por eso me he bebido media botella de chinchón y luego he corrido al ambulatorio a ponerme la vacuna contra la rabia.


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