martes, 30 de junio de 2020

Pascualita se explica.

Cada vez que la abuela viene por casa, Pascualita despliega gran cantidad de energía para llamar su atención. - ¿A qué vienen ésto, media sardina? - Pasa de mi. Solo tiene ojos para su amiga del alma. Y entonces, sus ojos de pez se vuelven más saltones y es imposible mirar con más intensidad. - ¡Claro! Ya se qué te pasa ¡Quiéres contarle a la abuela lo que vimos en las paredes de la cueva del Sahara! ¡Pues no! ¡Te lo prohíbo!... Toma, un chupito de chinchón y  dormir la mona al barco hundido.

Tanto insistió la sirena en llamar la atención que, finalmente, lo consiguió: - "¿Qué le pasa a lo más bonito que ha parido madre?" - Ay, abuela, no le digas éstas cosas que se las acabará creyendo. - "Que se las crea porque nunca he dicho una verdad más grande"

Me planté ante ella. - Héchame el aliento. - "¿A què viene eso?" - Lo hizo pero no detecté chinchón alguno. - "Pareces una niña tonta ¿también quiéres llamar mi atención, boba de Coria? - Cogió a Pascualita y se sentaron juntas en el sofá de la salita y a mi me dejó fuera.

Con la oreja pegada a la puerta, escuché risitas, exclamaciones. -"¡Que graciosa eres, jodía!"

Un buen rato después la sirena seguía haciendo gesticulaciones, explicando el secreto de la cueva de las sirenas. Afortunadamente, la abuela no la entendía y se hartaba de reir mientras gritaba lindezas a su chiquitina.

- "¿Dónde habrá aprendido todo ésto? Si parece un baile tribal ¡Claro! Lo lleva en la sangre. Debe ser el baile nupcial de las sirenas... Tendría que encontrarte un sireno pero, hija, eso es más difícil que lo de pasar un camello por el ojo de una aguja"

Al final la abuela se marchó sin haber entendido nada pero con el cuerpo dolorido de tanto reír. - "Que pena que, ni Andresito ni la Cotilla puedan verla. ¡Es que es para llevarla a la tele!"

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