martes, 23 de junio de 2020

Para que no me crean, mejor decir la verdad.

Cuando le conté lo que me había pasado, mi abuela, en lugar de preocuparse por mi, se puso muy contenta: "¡Por una vez haces una cosa a derechas! Ahora solo falta que encuentres un candidato a padre de mi bisnieto al que le guste mucho jugar a los bolos. Tener una mujer con los tres agujeros del bolo en la cabeza debe ser el colmo de los colmillos para esa gente."

Debe pensar que los agujeros de la trepanación son perfectamente redondos, donde caben los dedos para, en un momento determinado, por ejemplo, que se le hayan olvidado las bolas en su casa, cogerme a mi y tirarme, pista adelante y hacer un strike.

No he querido desilusionarla para que no me de la vara, que es capáz de hacer retroceder el tiempo cuatro mil años para poder poner a caldo a los médicos antiguos.

Pascualita lleva unos días tranquila, incluso contenta y cada vez que salimos al balcón estira un bracito y, emulando a Colón, señala a las hojas del árbol de la calle. - ¿Pero dónde quiéres ir, sardinita? - No me dice ni pío pero insiste. - ¿Quiéres ver a los pajaritos recién nacidos? ¡No, que te los comerás! ¿Quiéres ir de parranda por la Historia?...

Entonces mueve la cabeza con tanta fuerza que pienso que le saldrá volando de un momento a otro. - Es peligroso. La hoja nos lleva dónde quiere el viento y nunca sabemos si acabaremos dentro de la tripa de un tiranosaurio o, como la otra vez, en la olla de los caníbales y hace mucho calor para llevarnos sofocones.

Tanto ha insistido... y ha sacado la dentadura de tiburón a pasear, que no me ha quedado más remedio que hacerle caso. Con razón dice la abuela que la tengo mal criada... Esperamos a que viniera hacia nosotras una de las hojitas del árbol, nos subimos en ella y al abrir los ojos un Cruzado, de un mandoble, decapitó a un enemigo que estaba a mi lado y que tenía la intención de hacerle lo mismo a él.

- ¡Pascualita, estamos en Tierra Santa! ¿A quién se le ocurriría el nombre? ¡Corre, que viene Saladino y no es tan guapo como lo pintan! Además, no creo que juegue a los bolos y si lo hace, será con cabezas... sin cuerpo y yo le tengo mucho cariño al mío ¡¡¡VAMONOOOOOOSSSS!!!

En casa estaba la Cotilla. - Después dirás que no despareces cuando te da la gana ¿Dónde estabas? - En las Cruzadas (dije, tan pancha) - Pero a la vecina no le cayó bien que le dijera la verdad. - Te traes algo entre manos ¡y un día me enteraré de lo que es! - ¿Un chinchón fresquito, Cotilla? - No me cambies de tema... ¡Claro. Ya estás tardando, boba de Coria!

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