domingo, 28 de junio de 2020

Pacto secreto.



- "¡¿Se puede saber qué le has hecho al señor Li, boba de Coria?!" - ¡Defenderme de su ataque! - "¿Pero qué dices, si es un hombrecillo educado y canijo?" - Eso pensaba yo pero... - "Será cosa del calor. Luego vas a su tienda y le pides perdón por tirarlo al suelo" - ¡No tengo otra cosa que hacer! - "¡¡¡NENAAAAAAAAAAAAA!!!"

Tuve que obedecer o me saca del testamento.

Estuve haciendo el vago por casa dejando pasar las horas porque no me apetecía nada verlo. ¿Y si sigue cabreado y me da unos golpes de karate Estas cosas no las ha pensado la abuela y puedo quedar descalabrada.

Sonó, de nuevo, el teléfono: - "¿A qué no has ido todavía?" - Es que estoy haciendo tiempo para... no molestar. - "¡Venga, cobarde! Saca el pecho y tira palante como los de Alicante" - Y me colgó. Entonces fue cuando me di cuenta de lo que me había dicho la abuela... ¿Qué le enseñe un pecho?

Fui a por Pascualita. - Y eso me ha dicho la abuela... ¿Qué te parece decirle algo así a una nieta? No es ético, ni moral... a no ser que quiera la mitad de los bienes del señor Li. Quién la ha visto y quién la ve. No hace tantos años era una  proletaria comprometida con la lucha obrera y ahora persigue la fortuna de un chino rico... ¿Sabes qué te digo, Pascualita? que nos vamos de viaje y se apañen entre ellos.

Subimos a la rama del árbol de la calle y dejamos que una hojita nos llevara a ... El calor sofocante nos dio la bienvenida. Al abrir los ojos estábamos en pleno desierto del Sahara, rodeadas de sol, arena y un calor de horno exagerado. En frente teníamos un montículo con una cueva en la que nos  guarecimos.

De repente, Pascualta, asomada al termo de los chinos, perdió la compostura. Tiró el tapón, tensó la cola y cayó rodando en la arena caliente. Quise cogerla pero reptaba como una loca. Se paró delante de una pared interior y levantando un bracito, hizo la señal de OK. Y así se quedó, tiesa como una estatua.

Levante la cabeza y vi, pintadas en la roca caliente del techo, pinturas rupestres representando elefantes, antílopes, avestruz y... ¡no podía creerlo! ¡¡¡SIRENAS!!!

Estaban rodeadas de nadadores con lanzas.

Metí a Pascualita en el termo de los chinos, evitando los mordiscos que tiraba a diestro y siniestro y regresamos a casa. Sonó el teléfono. Era la abuela. - "¿Qué te ha dicho el señor Li? ¿A que no te ha comido? ¿Cómo está?" - No he ido... - "¡¿Qué?! Te he llamado y no estabas ¡¿Dónde te habías metido?!"

Y entonces, al ir a explicarle lo que había visto, me di cuenta de que no podía abrir la boca sin delatar mi "complicidad" con el árbol de la calle ¡¡¡SERÁ POSIBLE!!!

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