viernes, 12 de junio de 2020

91 días de Estado de Alarma.

Me voy pareciendo al abuelito contando los días que llevamos de estado de alarma, solo que él cuenta los días que lleva sin fumar.  A ver quién contará más... ¡Ay! ha explotado una bombilla. ¡Que susto! ... ¡Abuelito! ¿Has sido tú? (Huy, huy, huy, mi primer abuelito se ha enfadado) ¿Por qué? ... Oh, está celosito... ¿Tú también cuentas los días que llevas sin fumar? ¿Aún te quedan números para contarlos? jajajajajajaja ¡Pero si hace un montón de años que las dos amigas te dieron el empujoncito para mandarte al otro mundo! jajajajajajaja... ¿Hacía dos días que ya no fumabas? ahorraste poco entonces jajajajajajaja

Me he quedado clara su opinión al dejarme la casa sin bombillas. Menos mal que todavía quedan algunos cabos de la velas que trae la Cotilla cuando le da por levantar altares a los Amigos de lo Ajeno, porque ahora mismo estaría a oscuras... y sin tele.

Desde lo alto de la lámpara, con el ceño fruncido, mi primer abuelito sigue cabreado. Pues estoy por tirarle a la sirena a la cara y sabrá lo que es bueno. - ¿Me vas a pagar tú las bombillas? - Por toda respuesta, se ha sacado el forro de los bolsillos.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! Venía corriendo para levantar un altar en agradecimiento porque a la Alcaldesa del Café in the Plaza Mayor la han absuelto de sus trapicheos pero veo que te me has adelantado poniendo esas velas ¡Es un milagro!.  - ¡Hasta ahí podríamos llegar! - ¿Entonces...? - Mi primer abuelito ha roto las bombillas porque está cabreado y usted también debería estarlo. - ¿Por lo de la Alcaldesa? ¡al revés! Si a ella le han perdonado el trapicheo al POR MAYOR ya puedo ir tranquila por la vida porque el mío es al POR MENOR.

Me fui a por Pepe, con él nunca discuto, incluso ahora que dice OOOOOOOOO, tampoco.  Salimos al balcón y aprovechando una hojita que acababa de desprenderse de una rama del árbol de la calle, salté sobre ella y al abrir los ojos estábamos en lo alto de la Torre de Pisa haciendo equilibrio para no caer. Pero lo que cayó fue la Torre por culpa de los pocos gramos que pesa Pepe y que rompieron el frágil equilibrio.

Antes de que la Torre tocara el suelo, estábamos de vuelta en el balcón de casa.

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