- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¿quiéres mascarillas, boba de Coria? Son a veinte euros. ¡regaladas, oiga! - ¿Y cuántas entran? - ¿Dónde? - En el paquete... - ¿Ya estás pensando en lo que no debes, eh? hay, hay, hay. ¿No ves que debemos guardar la distancia de seguridad, pardilla? jejejejejejejeje - Cada día la entiendo menos, Cotilla.
Pascualita y yo nos estábamos refrescándo con chinchón on the rocks cuando entró la vecina y la sirena acabó en el bolsillo de mi bata de verano. - Bueno ¿qué? ¿quiéres una mascarilla o no? - Una sola no, si acaso un paquete. ¿Cuántas entran? - Una. - En el paquete, digo. - Una. - ¿Pide veinte euros por UNA sola mascarilla? No toque la jarra del chinchón que con la torrija que lleva encima, va servida para todo el día.
- ¿Qué modales son estos para hablar con una señora como yo? - Perdone pero ... - ¡Ni pero, ni pera! Son mascarillas especiales con las que yo trapicheo. ¡Exclusivas! No como esas que venden en las farmacias o los supermecados. Por eso son a veinte euros y te aseguro que es un buen precio.
- ¿Tienen música? - Que mal te ha educado tu abuela... - Enséñeme una... por favor. - ¿Después de lo que me has dicho? ¡Amos, anda!
Un rato después aproveché que la vecina fue al baño para husmear en su bolso-pozo-sin-fondo. ¡Y encontré las mascarillas!
Esas azulitas que lleva todo el mundo. ¿Y qué tenían de extraordinario? Si tenían algo yo no lo vi.
Cuando la Cotilla salía de casa rumbo a sus "negocios", le pregunté como el que no quiere la cosa: - ¿Y qué dice que tienen de extraordinario sus mascarillas, Cotilla? - Pues que son PARA LLEVAR EN EL CODO. El pijerío se pirra por ellas.
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