jueves, 18 de junio de 2020

97 días del Estado de Alarma.

Parece que los ecos de la estafa de la Cotilla a los cobayas alemanes que vinieron a veranear a las islas, se van apagando. Menos mal porque así se irá pronto porque se me hace difícil mirarla a la cara sin reírme. El ojo ha llegado a tener el tamaño de un LP. Lástima que no suene jejejejejejejeje

Mientras sigue en casa he aconsejado a Pascualita que no salga del acuario: - Cuando se te pase la cogorza que cogiste al caer en la jarra te iré tirando chorritos de chinchón, mientras bebe agua de mar.

Me ha enseñado los dientes de tiburón unas cuantas veces. Incluso me ha tirado agua envenenada pero como voy todo el día con las gafas de sol puestas, no me afecta. En cambio a la Cotilla se la llevan los demonios cuando me ve. - ¿Te estás entrenando para ser más tonta, boba de Coria? Esas gafas son para cuando vayas a la calle... - Como son mías, porque las he pagado..., - Más tonta eres tu. - ... me las pongo cuando me da la gana.

A Pascualita la saco a escondidas y nos vamos al balcón a ver pasar la vida por la calle o a dar un garbeo aprovechando las hojitas que se le caen al árbol. En eso estaba pensado cuando la Cotilla se asomó al balcón. - ¿Pasa algo? - Vengo a ver cómo desapareces. - ¿Quién? ¿Yo? Que más quisiera. - No te hagas la tonta porque una amiga mía que vive en la acera de enfrente, vio un día como te subías al árbol y desapareciste... - ¿Ah, sí? ¿No será que necesita gafas su amiga? - También me lo comentó Bedulio.

Como no le hice ni caso, acabó aburriéndose y se fue a ver el programa de la Esteban. - La sirena se asomó a mi escote. - ¡Que ganas tengo de largarme!... ¿Nos vamos? - No me lo pensé dos veces cuando Pascualita hizo la señal de OK con sus deditos palmeados.

Subí a la primera hojita que se acercó dando vueltas. Al abrir los ojos dimos un respingo ¡Estábamos en el mar! ¡En remojo! Y el agua estaba helada. Era de noche. A lo lejos pasaba un barco con las luces encendidas y sonaba la música. A la sirena no le gustó el agua helada y a mi menos. ¿Qué hacíamos ahí? - ¿Nos vamos? - Un segundo antes de regresar al árbol, leí el nombre del barco: Titanic.

A pesar de sentarnos al sol en el balcón de casa, el frío tardó mucho en irse. - ¡Toda la culpa la tiene la Cotilla que me pone de los nervios!

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