domingo, 19 de febrero de 2023

Agradecida.

Cantando rancheras a la luz de la luna, así se ha pasado la noche el árbol de la calle. Y claro, no he pegado ojo. 

He salido al balcón a recriminarle que no eran horas de cantar sino de dormir y ha respondido: - A su majestad le encantan las rancheras. - ¿Crees que el Rey de España, que vive en Madrid, que está más allá del quinto pino, te escucha? - Me refiero a la Reina, boba de Coria. - Pero si viven juntos. Tampoco te escucha. 

- Mira que eres mastuerzo (¡me dijo el muy jodío!) Hablo de la Reina de las abejas zumbonas que siguen descansando en la lámpara del comedor. - ¡Mucho cuento tienen éstas! ¿a qué viene tanto cansancio si no van andando, que para eso tienen las alas? ¡Yo si que me canso cuando voy andando al trabajo o al mercado de Pere Garau a por verdura! - ¡Pero si lo tienes a tiro de piedra! Aquí el más cansado soy yo que llevo de pie desde que broté de la tierra. - Haberte echo una silla... - ¡Claro! y ahora estaría cansado de estar sentado.

Nuestra conversación había entrado en bucle por eso y porque la cama me llamaba a gritos, entré en el comedor, camino del dormitorio: - ¡Graciazzzzzzzzzzzzzzzzz! - La vocecita zumbona solo podía venir del enjambre. Era la Reina que, agitando sus patitas decía adiós. - ¡Graciazzzzzz por callar al árbol ¡Que pesadezzzzzzzz!

Y sin más emprendió el vuelo para continuar viaje seguida de su pueblo. - ¡En la cocina te he dejado miel ¡Adiózzzzzzzzzzzzzzzzzzzz! 

Menos mal que el árbol de la calle cantó una nana y pude dormir porque me había desvelado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario