domingo, 5 de febrero de 2023

El friki.

 Ha salido el sol y he pensado que lo mejor que podría hacer era ir a la playa a tomarlo porque, de momento, es gratis y no estoy para derroches.

Metí a Pascualita, a duras penas, en el termo de los chinos, puse un bocadillo de trampó con queso mahonés, un botellín de agua en la mochila y fui dando un paseo hasta la orilla del mar. 

Por el camino un friki se plantó delante de mi mientras los ojos le hacían chiribitas mirando el termo: - ¡Tía, menuda pieza de museo cuelga de tu cuello! ¿Te hacen cien euros por ella? ¡hay que ver lo que farda! - No me hacen. Le tengo mucho cariño... - Vale. Puedo estirarme hasta los doscientos... - Ni me molesté en contestarle, simplemente negué con la cabeza-

El friki bufó como un toro. - ¡Uf! Vas a hacerme un siete en la cartera ¡quinientos euros y no se hable más! - Di tal respingo que rocé la bombilla de la farola junto a la que estábamos, con la cabeza. 

Mi mano derecha fue a coger el termo pero mi neurona que, en ese momento estaba operativa dijo ¡Nones! y se explicó: - ¿Y Pascualita? - Y yo pensé: La jodía sirena, me ha chafado el negocio.

Dejé al pobre friki llorando a moco tendido mientras farfullaba: - Mi madre me compró un termo igualico..¡snif!...igualicoooooo... ¡buaaaaaaaaaaaaaaa! Por favooooor... ¡snif!... ¡Te doy MIL EUROS!

Corrí como un galgo tras la liebre. El fulano venía detras subiendo la oferta y no me quedó otra que pararme, hacer una cruz con los dedos y decir: ¡Vade retro, Satanas! - E inexplicablemente se largó dando alaridos.

No supe lo que había pasado hasta que vi como uno de sus ojos rebotaba contra el suelo varias veces y desaparecía por las rendijas de una alcantarilla.

Miré el termo. Pascualita, estaba asomada haciendo, satisfecha, la señal de OK con sus deditos palmeados.

- ¿Le has escupido? Te has pasado con el veneno, Blancaflor.


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