viernes, 24 de febrero de 2023

Primer abuelito 1 - Ayuntamiento 0.

 Las voces que llegaban a mis oídos no daban lugar a dudas: alguien estaba matando a alguien. Salté de la cama y corrí hacia el balcón, cerrado a cal y canto a esas horas de la madrugada cuando empiezan a colocarse las calles. 

- ¡Abrete, cristaleraaaaaaaa! - Antes de llegar a ella estrellé uno de mis dedos meñiques del pie (que raro suena èsto) contra la pata de una silla y bajaron todos los santos del cielo en un momento. A punto es tuve de llamar a Bedulio para que viniera a poner orden en el tráfico de santos que, cantando salmos y apretujados los unos con las otras, caminaban en procesión entorno a la mesa del comedor.

- ¡Fuera, fuera! (les grité) - y se esfumaron dejando tras de sí olor a santidad. Y por fin salí al balcón donde los gritos arreciaban. - ¿Qué pasa, qué pasaaaaaa? (pregunté deseosa de enterarme de algo)

La futura víctima era el árbol de la calle que había visto aparcar la furgoneta de Parques y Jardines del Ayuntamiento de la que los operarios extrajeron una sierra mecánica que no auguraba nada bueno. - ¡Nena, van a convertirme en serrín! - Algo habrás hecho (sé que la frase es muy manida pero eso es lo que se espera que diga una persona de bien)

Una rama me golpeó en la cabeza y supe que no había estado acertada. - ¡¡¡HAZ ALGO, JODÍA!!! - y lo hice. Entré en casa, llené un cubo con agua fría del grifo y "bauticé" con ella a los dicharacheros operarios que llevaban hablando de fútbol desde antes de aparcar.

Los gritos subieron muchos decibelios cuando el agua fría los empapó. - ¡A ver quién es el guapo que toca el árbol! - La chulería se apoderó de mi. 

La gente se arremolinaba y llegaron las protestas - ¡Arboricidas! (gritaron algunos vecinos) - Y en menos de lo que canta un gallo, se presentó la Autoridad Municipal con Bedulio a la cabeza. 

Puesto en antecedentes por unos y otros, levantó los brazos dispuesto a que los operarios hicieran su trabajo: ¡talar el árbol de la calle! - ¡ESPERA! (grité) - Corrí escaleras abajo, me acerqué al oído de Bedulio y dije: - Mi primer abuelito está en lo alto del árbol y lo quiere intacto... Si quieres conocer la furia de un alma del Más Allá ¡adelante, valiente!

Cinco minutos después la calle estaba despejada y el árbol cantando el Brindis de la Traviatta.

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