sábado, 18 de febrero de 2023

¿Mis dientes?

Este tiempo primaveral en pleno invierno hace que tengamos ganas de salir, de correr como vi hacer a Pompilio cuando pasó como una flecha mientras yo hablaba con Pascualita de cosas de mujeres: - ¿Y cómo hacías para ligarte a un sireno? ¿Qué técnica empleabas? - La sirena me miró asombrada, como si no hiciera falta explicar lo que yo preguntaba.

- Te lo pregunto porque tienes mucha experiencia en éstas cosas del querer después de milenios y milenios pasando el Celo.

Pascualita se llevó las manitas palmeadas a la cabeza y la golpeó con fuerza como diciendo ¡eres tonta!, después abrió tanto la boca que a punto estuvo de desencajarla y sacó a pasear su terrible dentadura de tiburòn. Una vez hecho ésto la señaló con sus deditos índice. Después cerró la boca y se dispuso a dormir la siesta sobre una cama de algas.

Me quedé como estaba: - ¿Qué has querido decir, media sardina? 

Mi primer abuelito, vestido con una elegancia que solo puede verse en el Más Allá y que llevaba un buen rato bailándole el agua a la Abeja Reina (¿querrá emparentar con la realeza?) dejó por un momento la conquista para aleccionarme sobre lo dicho por Pascualita. - ¡Demuéstrale tu poderío al futuro padre del bisnieto y caerá rendido a tus pies.! - ¡¿Mis dientes?!... - Pero ya había vuelto a lo suyo.

De la cocina me llegó el OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO de Pepe el jibarizado seguido de una explicación que no le había pedido. - Sí, nena, es Pompilio a quién has visto, pero el nuevo. El anterior fracasó en su trabajo cuando la Cotilla descubrió el escondite de los calcetines desparejados. Fue cesado ipso facto y su cuerpecillo fue archivado junto a los miles de ellos que le precedieron. - ¿Archivado, dónde? - En el archivador de la Oficina General, en la letra i mayúscula... de Inútil.

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