lunes, 13 de febrero de 2023

La suerte de la Cotilla.

- ¡Pompilio, preséntate ante mi ipso facto! - ordené como si fuese Cleopatra convocando a Julio César para arreglar el mundo. - Con la de trabajo que tengo... (protestó el duende) ¿qué tripa se te ha roto, boba de Coria?- ¡Devuélveme el... ! - ¿Rosario de tu madre? - ¡No! - ¿El Alcázar de Segovia? - ¿Pero qué dices? - ¿Melón con jamón? - ¡Mi calcetín nuevo, coñe! - Eso sería un sacrilegio que no estoy dispuesto a hacer. ¿No comprendes que los Pompilios que me han precedido se retorcerían como sarmientos en su lugar de retiro eterno? ¡Nunca! ¡Jamás un Pompilio hizo tal cosa. Mi recuerdo quedaría postcrito para siempre.

- Déjate de zarandajas y devuélveme mi calcetín o te echaré a escobazos de ésta casa.

En un satiamén la escoba apareció a mi lado en plan pelota: - Tus órdenes son música celestial para mis oídos, ama de mis entretelas. Pide y te obedeceré . Y entonces, cuando iba a abrir la boca, llegó la Cotilla. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaaa! 

- ¡He encontrado una mina de oro, nena! - ¡Ostras! ¿En Mallorca? - Para afinar más la puntería te diré que ha sido en ésta casa, en mi cuarto y ya, rizando el rizo, en el cajón secreto del cantarano de tu abuela. - Entonces la mina de oro es ¡MÍA!... Por cierto ¿cómo puede haber una mina de oro en un cajón? . ¡Son cientos y cientos de calcetines desparejados! ¿Tú sabes la de cojos que hay en el mundo? ¿Y amas de casa que sufren por la pérdida de un calcetín? ¡Voy a hacerlos felices a todos vendiéndoles cuantos calcetines quieran para recuperar las parejas!

De reojo vi que Pompilio se había desmayado. Y a la escoba, inquieta porque no le había ordenado nada. Pero, en ese momento solo me preocupaba tener que pagar ¡Y cuánto, por MI CALCETÍN!

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