miércoles, 10 de abril de 2024

En el filo de la navaja.

La abuela lleva dos horas encerrada en su antigua habitación (que ahora usa la Cotilla, por la patilla, sin remordimientos ni zarandajas) 

¿De qué hablarán? Me estoy comiendo las uñas porque me puede la curiosidad. ¡Es conmigo que tendría que estar la abuela. Por eso la he llamado. Para que viniera a hacerme cariñitos porque ésta mañana me han sacado ¡dos botecitos de mi sangre, en el Pac! ¿A cambio de qué? De un cardenal gordo en el brazo con aires de futurible Papa.

Lo peor, porque siempre pueden empeorar las cosas con mi querida abuela de por medio, es que Pascualita está con ella ¡y la Cotilla! 

He recurrido a mi primer abuelito para que vigile desde las alturas. Ha dicho que lo hará pero no me he quedado tranquila porque lo he pillado en mitad de una prueba de un nuevo sudario, en el taller de costura del Más Allá, de Balenciaga. Ha dicho que es una maravilla en seda salvaje, color arena sahariana, del que brotan dátiles que caen al suelo y, al florecer, lo convierten en hermosos oasis.

A quienes no puedo quitarme de encima es a Pepe el jibarizado y a mi sueño. Se me pegan como lapas porque están agradecidos por haberlos salvado de convertirse en pendones desorejados (¡Eso dicen ellos!) Y ahora tengo sueño toooooodo el santo día.

Que cruz me ha caído con ésta tropa...


 

 

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