miércoles, 3 de abril de 2024

Pelusa.

.

He pillado a la escoba mirando la tele. Estaba en la salita, como un pasmarote ante la pantalla. Y de pie, porque no le da el cuerpo tieso para sentarse. Absorbiendo noticia tras noticia, así, a palo seco - ¡Muy bonito! (grité para asustarla) - Nunca había visto una escoba saltando hasta el techo y chocando con mi primer abuelito que acababa de aparecer.

- ¡Ay, que risa María Luisa! (exclamé) - ¿Dónde va ésta loca? ¡Cuidado con mi nuevo sudario que es de Paco Rabanne! - El abuelito se asustó.

La escoba cayó al suelo con un golpe seco que la dejó algo turulata. Las bolas de polvo revolotearon a su al rededor cantando canciones subidas de tono. No les gusta la escoba. - Es imposible poner orden con semejante chusma (la escoba se iba recuperando) - ¡Esa bocaaaaaa! - ¡Eso, defiéndelas encima! Se lo consientes todo y por eso está la casa manga por hombro.

 Pascualita dio varios saltos mortales con doble tirabuzón en la pila de lavar del comedor. Fue precioso. Hasta el árbol de la calle aplaudió. Para entonces la escoba que barría, enérgicamente, el suelo sin dejar atrás ni un gota de polvo, dijo: - Hago huelga a la japonesa en señal de protesta por como llevas este tema.

Yo, que ya no sabía de qué hablaba, dije: - ¿Lo cualo, Pascualo?

De repente, de debajo de la vitrina, salió una bola de polvo E.S.P.E.C.T.A.C.U.L.A.R. Cardada a lo afro y con una carga erótica que no dejó a nadie indiferente y mucho menos cuando abrió la boca y susurró a lo Saritísima: Hoooolaaaaaa... Sooooyyy... Peeeeluuuuuusaaaaaa...

No hay comentarios:

Publicar un comentario