- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! Estoy cansada de dar vueltas por Palma en busca del pez que se comió mi falange. - ¿Quiere encontrarlo en plena calle? ¡Es un pez y necesita agua, Cotilla! - Ese bicho es una mala bestia y se alimenta de odio. - ¡Ostras, que frase!... ¿Ha preguntado en la tienda del señor Li?
Por la cara que puso no lo había echo. - ¿Qué pasa? por preguntar no cobran. - Ya... - ¿Tiene miedo de la Mafia china? ¡Pero si es un bulo ciudadano! jajajajajajaja (Me lo estaba pasando en grande) No tendrá... ¡miedo! - ¿Yooooo? jejejejejeje Prefiero buscar primero en otros sitios... - ¿Por ejemplo?
Harta de oírme, dio media vuelta y se encerró en su cuarto. Segundos después el Alarido salió de nuevo a recorrer las calles del barrio, chocando contra la paredes para esparcirse más aún: - ¡Seré internacional! (gritaba, convencido)
Entré en el cuarto de la Cotilla al tiempo que ella salía. Fue un choque de trenes en toda regla. Patidifusas quedamos las dos y a punto de estirar la pata. Menos mal que mi primer abuelito siempre está al quite y volví en sí. - El pez feo está bajo la cama (dijo mientras intentaba disimular la risa) - ¿La piraña?
Ahí estaba, en la pecera donde fue encontrado por la Cotilla, con poca agua y más muerto que vivo. - No ha comido nada desde lo del dedo porque no puede digerirlo. La uña es como la garra de un águila real. Habrá que operar. - ¡A mi no me mires!
Los personajes de la casa no supieron que decir, menos mal que tenemos a Pepe el jibarizado que puso las cartas sobre la mesa: - OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO (hay que abrir, limpiar, enharinar, freír y comer. Y guardar la uña que, una vez tratada, podrá usarse como colgante)
- ¿Qué otro consejo puede esperarse de un jíbaro, reductor de cabezas?... Pues eso.
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