domingo, 4 de agosto de 2024

¡Más medallas para España!

Mi monedero estaba abierto sobre la mesa de la cocina y algunas monedas desparramadas sobre ella. Sin pensarlo dos veces me volví hacia la estantería de Pepe el jibarizado. - ¿Has sido tú quién ha echo ésto? - El ojo-catalejo de la cabeza jibarizada inició, poco a poco, su recorrido hasta enfocarme. Luego hizo lo mismo con el monedero y dijo: - ¡OOOOOOOOO! - Vale, vale. Te creo. Preguntaré a otros. - La cabeza jibarizada rezongó por lo bajini. Estaba ofendido por haber dudado de él - Perdoooooonaaaa...

Me pasé la mañana preguntando a todo el que se me ponía a tiro. El comensal de las treinta monedas de la Santa Cena se alarmó: - ¡¿Hay ladrones?! ¡Tengo que esconder mi dinero! 

Al final todos dijeron lo mismo. Nadie había tocado el monedero. Fue el árbol de la calle quién me hizo ver que había tres personajes a quienes no había preguntado: mi primer y segundo abuelito y Pascualita. 

A ellos los había descartado de antemano. El primero ya está en el Más Allá y se supone que allí no le falta de nada porque allí se rigen por el Todo Incluido. Por otra parte, Andresito está forrado. Le salen los millones por las orejas ¿para qué querría mis moneditas de euro? En cuanto a la sirena ni siquiera tiene bolsillos en su hermosa cola de sardina.

Me senté en el sofá de la salita a ver las Olimpiadas. - Un tintinéo metálico llamó mi atención. A mi derecha y apoyada en un cojín, estaba la sirena con unas cuantas monedas de euro en su regazo. Me miró con desprecio. Como si viera en mi a una ningundi mientras que ella era la ganadora de ¡VEINTICUATRO MEDALLAS DE ORO! en NATACIÓN! 

Andresito entró en ese momento y señalando a la media sardina dijo con cara de asco: - ¡NO TE MUEVAS, NENA! IHAY UN BICHO! - y le arreó un escobazo a Pascualita que, si le llega a dar, la desmonta.


 

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