lunes, 19 de agosto de 2024

Mi primer abuelito disfruta.

Durante unos días di de comer al pez feo de la Cotilla que seguía en la pila de lavar del comedor. Me pareció que tenía demasiados dientes y no me acerqué demasiado. Por otro lado, Pascualita ya estaba harta de la garrafa y me apremiaba para que la trasladara a su hábitat casero del comedor.

Finalmente, la Cotilla se recuperó del ataque del " bicho invisible" como decía ella. - Mira que me ha atacado veces en estos últimos años y todavía no he podido verlo... ¿Y tú? - Tampoco (dije con la boca pequeña) - Tendrías que fumigar la casa, nena.

-  ¿Y cuándo dice usted que va a llevarse el pez que trajo? - No he dicho esta boca es mía, boba de Coria. Además, ahí no molesta. - Yo lo decía por si quiere ponerle una nota exótica a su piso. Los guiris suelen apreciar mucho éstas cosas. - ¿Ah, sí?... - Sí. Daría categoría al piso. Incluso podría pedir más dinerito. - ¡Me lo llevo ahora mismo!

En un visto y no visto tuvo metido al pez en la pecera: - ¿Has visto que bonito es mi Pichurri? - ¿Quién? - El pececito, nena, que pareces tonta. - (Otra que necesita gafas, dije para mi. La "otra" es la abuela que ve guapísima a Pascualita)

Poco tiempo después, la sirena estuvo nadando en su pila del comedor. Mi primer abuelito apareció sobre la lámpara del comedor con una sonrisa de oreja a oreja.. - ¿Qué pasa? (pregunté mientras admiraba su nuevo sudario repleto de peces luciendo dientes y lanzando mordiscos al aire) - Entonces, un alarido estremecedor, bajó dando salto por la escalera hasta salir a la calle y desaparecer por una esquina. 

- ¿Es la Cotilla, abuelito? - Sí, nena. LA PIRAÑA HA MORDIDO.

Lo miré con cariño y no pude por menos que sonreír: - ¡Que jodío!

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