viernes, 30 de agosto de 2024

Poner la lengua en remojo.

La abuela vino dispuesta a hablar y eso fue lo que hizo, no paró durante horas de cotillear de sus vecinas y conocidas millonetis. Me ahorre los dos euros con setenta céntimos que vale el HOLA.

Cuando, por fin, se acabó el agua caliente con hierbas le llegó el turno a las ensaimadas acompañadas del chinchón on the rocks que saqué de la nevera. Poco a poco, se nos fue desatando la lengua a la Cotilla y a mi hasta que, al igual que a la abuela, se nos hinchó hasta no caber en la boca ¡con la de cosas que teníamos aún que contarnos!

El mayordomo inglés, con su actitud , distante y ceremoniosa, puso delante de cada una de nosotras, unos vasos con agua fresca en los que metimos las respectivas lenguas en remojo para darles un descanso merecidísimo. Momento que aprovechó Geoooorge para quitarse los tapones de los oídos, sentarse ante la tele a ver la Vuelta a España y quedarse dormido como un ceporro.

Anochecía cuando el rolls royce partió con la abuela, rumbo a la Torre del Paseo Marítimo que, a esas horas parecía el traje de luces de un torero. Antes de que el coche arrancara la abuela, por señas dijo: - "¡Mañana no te me escapas!" - Y por el mismo procedimiento, le dije: - ¡Estaban muy buenas las ensaimadas!

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario