domingo, 2 de febrero de 2020

El sueñecito.

En mi barrio están celebrando el Año Nuevo Chino y el señor Li ha tirado la casa por la ventana. Hay dragones recorriendo por la plaza. Música, bares, tiendas de comida, de escritura, juegos para niños, canciones, tanto de aquí como de allí. Es todo un espectáculo. Y Pascualita y yo no íbamos a ser las únicas vecinas del barrio que se quedasen en casa.

He metido a la sirena en el termo de los chinos y nos hemos ido a chafardear. Olía a comida. Hacía un día soleado y la gente tenía ganas de divertirse. ¿Alguien se acordaba del dichoso Coronavirus? Cuando te lo pasa bien no piensas en nada malo.

La música china se alternaba con música mallorquina y todos los que atendían los tenderetes llevaban orejitas de rata porque, para ellos ha empezado el Año de la Rata... Bueno, solo espero que no salgan todas a la vez o tendremos que contratar al Flautista de Hamelin para que se las lleve... las que me corresponden a mi, sobretodo.

He sudado lo mío porque estamos a dos de febrero y a 20º.

Al llegar a casa, y después de meter a Pascualita en su acuario con agua fresquita, me he duchado. Después me he echado en el sofá y me he dormido sin darme cuenta.

Estaba en la playa entrando y saliendo del agua. Era una gozada. Las olas, al romper sobre la arena hacían un ruido peculiar. No era el que estoy acostumbrada a oir. Al principio ni me di cuenta pero, poco a poco sentí curiosidad por saber qué decía. - Tal vez me esté anunciando algo malo... o bueno. El caso es que me ha elegido para algo trascendental...

No entendía. Incluso pensé que el mar hablaba en arameo... Puse más atención y empecé a nadar. Solo entonces el sonido llegó alto y claro. El Mediterráneo ¡se estaba riendo a carcajadas! Y noté la humedad... Como un resorte salté del sofá ¡me había meado!




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