jueves, 6 de febrero de 2020

¿Tortilla de patatas?... ¡ja!

Se me ha ocurrido hacer una tortilla de patatas para el mediodía, cosa que ha hecho que me tuviera que vestir, peinar, pintarme los labios por si en el camino me cruzo con un posible aspirante a padre del bisnieto de mi abuela que me vea presentable. Hecho todo ésto y después de meter a Pascualita en el termo de los chinos, el dinero en la cartera y la cesta colgada del brazo, he ido al supermercado de la esquina a comprar patatas y huevos... ah, y aceite.

Si nos hemos cruzado con el aspirante, o no, es un  misterio porque no he notado nada extraordinario durante la pequeña caminata, al pasar un hombre a mi lado. Ya se lo digo yo a la abuela ¡Si es que no ha nacido todavía quien me haga un hijo!

A la sirena le gusta ir al súper. Se está quietecita en el termo, con el tapón un poco abierto para ver el panorama y solo se sobresalta cuando ve a alguien conocido como, por ejemplo, la Cotilla. - ¿Que haces por aquí, boba de Coria?

He notado que era ella porque la sirena ha dejado caer el tapón para que no la descubran.

La vecina, después de sonsacarme todo lo que ha querido, se ha autoinvitado a comer. Después hemos dado un garbeo por todo el supermercado mirando fechas de caducidad para hacerse una idea de lo que habrá mañana en el contenedor del establecimiento. Después, cuando se vaya a trapichear, lo comentará con sus clientas que, acto seguido, le harán el pedido.

- Ya que la invito a tortilla de patatas bien podría regalarme algo. - Mira que eres pedigüeña. ¡Que mal te educaron de pequeña! - Lo mismo digo, Cotilla, porque pide usted más que Hacienda. - ¿No te estarás comparando conmigo, por casualidad? Yo soy una pensionista que cobra lo mínimo para llegar a medidos de mes, apuradísima. - ¡Pero, entre unas cosas y otras, gana más que el Presidente del Gobierno! - Eso es un don que tengo ¡Envidiosa!

Al final comimos fabada de bote porque la sirena, cuando ha visto los huevos sobre la encimera de la cocina, ha saltado desde el frutero, sobre ellos y se ha dedicado a romperlos todos. Algunos mordidos, otros han rodado hasta estrellarse contra el suelo de la cocina, cosa que le ha hecho mucha gracia porque así han terminado todos los demás.

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