martes, 25 de febrero de 2020

Las bolas de polvo.

No le he comentado nada a la abuela de lo mucho que le gustan a Pascualita las bolas de polvo que se crían debajo de los muebles porque, o me hecha la bronca por dejar que lo haga, o se la lleva a la Torre del Paseo Marítimo para que se coma las que hay allí.

A media mañana, en todo el barrio se ha escuchado el concierto de pitos cuando Geoooorge a aparcado el rolls royce, atravesado, en la parada del bus interrumpiendo la circulación de los coches.

Como si aquello no fuera con ellos han subido a casa tranquilamente, haciendo caso omiso a los insultos. Esto es lo que pasa siempre,sin embargo hoy la cara del inglés era un poema. - Veo que has perdido la famosa flema británica, justo ahora que serás más británico que nunca. -  "Está enfadado porque he comprado un Rumba para barrer la Torre... Es como un niño el pobre." - ¡Te vuelves viejo, titi jajajajajaja! - Mi no viejo. Rumba hacer uno de mis trabajos. - ¿Y por eso te enfadas?  - Yes, porque luego será Termomix... Poco a poco yo quedar sin trabajo. - Visto así, tienes razón. - "¡Si te vas a ir de Europa cuando acabe el año, jodío! Busco soluciones. Además, tienes la cabeza en otra parte. No te centras en lo que estás haciendo. He encontrado un montón de BOLAS DE POLVO debajo de mi cama "

Tras esTe comentario, del comedor nos llegaron los sonidos de chapoteos en el agua. ¡Era Pascualita dando saltos mortales con tirabuzón en el acuario, feliz al escuchar nombrar su plato favorito actúal!

- ¿Qué ser eso? - El ánima de mi primer abuelito. - ¿Tú querer asustarme, boba de Coria? Yo ser inglés. Haber muchos fantasmas en England, darling. - ¡Darling tu madre!

La abuela, para evitar que la curiosidad llevara al mayordomo hasta la sirena, se levantó y se marcharon.

Corrí hasta el acuario. Pascualita seguía celebrando el atracón que esperaba darse de un momento a otro. - ¡Que no, que no hay bolas de polvo, Te las has comido todas, gordinflas! - Pero no hay peor sordo que el que no quiere oír y ella seguía, salta que te salta hasta que cayó en mis manos. - ¡Lo ha dicho la abuela, no yo! ¡¡¡NO, NO, NOOOOOOOAAAAAAAYYYYYYYYY!!!

- ¡Que dolooooooor! ¡La medio sardina me ha mordido el dedo índice de la mano derecha que ahora es tan grande como toda la manno! ¡¡¡ME DUELEEEEEEEEEEE!!!

Mientras saltaba, corría, lloraba, moqueaba, hipaba... pensaba que ya no podría difrutar del placer de urgarme la naríz por las mañana... ¡buaaaaaaaaaaaaa!

             

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