miércoles, 5 de febrero de 2020

Envidia cochina.

Ha salido Blas el parado por la tele. Debió encontrar trabajo en el campo y ahora que los payeses  están revolucionados, sale para aconsejarnos que compremos productos de sus granjas. ¡Me ha dado una alegría cuando lo he visto! Después, escuchándolo, he tenido la impresión que se había metido a político. ¡Muy bien pensado porque ésta gente, antes de ponerse a trabajar se suben el sueldo! Y a él le irá requetebien porque tiene muchas bocas de alimentar.

Entonces he dado otra vuelta de tuerca y me he dicho que Blas, ni es payés, ni político ¡es actor! ¡Como farda tener un amigo actor! Y en un momento he sacado de la conservadora, una caja de croquetas de la abuela que se que le encantan. Las he frito y me las he llevado al edificio de la televisión para hacer con ellas un trueque con Blas. Mis croquetas por un autógrafo suyo. Y, pasado un tiempo, cuando gane un Goya o, por qué no, un Oscar, lo podré vender por un pastón al ser uno de los primeros autógrafos que firmó antes de ser importante.

Pero todos los castillos que yo había construído en el aire, se desmoronaron como las murallas de Jericó cuando en la oficina de la tele me dijeron que aquello era una grabación, que Blas el parado nunca había estado en sus platós. Me vieron tan decepcionada que un periodista se ofreció a canjear una gorra de IB3 por las croquetas. Lo hice porque no tenía una gorra de esas.

Estaba deprimida en casa, rumiando ¿Por qué él sí y yo no? - Del hígado subía hasta mi boca la bilis de la envidia cochina...

Pascualita me miraba desde el borde del acuario. Sus ojos de pez bizqueaban levemente como si quisiera decirme algo. La cogí porque con un bicho antidiluviano como éste cualquier cosa es posible y es capáz de ponerse a hablar por los codos. No sentamos juntas en la salita, frente al televisor

Y ¡de repente sale Blas el parado,  soltando su retahíla de consejos ecológicos! Entonces, sin pararme a pensar, tiro a la sirena contra la pantalla con intenciones asesinas pero fallo y Pascualita sale disparada por la ventana de la salita y cae en uno de los nidos vacíos que, en la temporada pasada, hicieron los pajaritos del árbol de la calle... ¡Ni eso me sale bien!

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