jueves, 13 de febrero de 2020

Medicamentos, medicamentos, medicamentos...

La tranquilidad de la tarde se acabó cuando la abuela y la Cotilla se encontraron en mi casa. No podía ser en la plaza, o en una café, o en misa ¡qué se yo! en cualquier sitio menos aquí. ¡Pues, no señor! Tienen que venir a darme la tabarra.

Entraron juntas y discutiendo, cosa que me despertó porque, cuando discuten, se entera el barrio entero. Con lo bien que dormía yo mi siestecita... Y con Pascualita sobre mis piernas. Menos mal que le había echado un trocito de manta que le regaló la abuela hace tiempo, y la Cotilla ni la vió..

Se sentadas a mi lado bajaron la voz, no para dejar de molestarme sino, para escuchar a la Esteban que, en esos momentos aparecía en pantalla. Una vez enteradas del chismorreo televisivo reanudaron la discusión:

- "La doctora me ha dicho que tengo la tensión por las nubes. ¿Te imaginas?Y me ha receptado una caja de pastillas..." - ¿Huy, solo una caja? A mi dos y otra que guardo en el botiquín. No sabes la cantidad de pastillas que llego a tomar durante el día. - "¡Pues, anda que yo! Entre pastillas, gotas y lavativas, voy bien servida" - No creo que haya una ciudadana que tome más potingues que yo.

Después pasaron a ver quién tenia más pastillas azules, o blancas, o rosas. Más grandes, más pequeñas, romboidales, redondas, alargadas... Fue horrible escucharlas porque cada una quería estar más enferma que a otra, cuando, lo cierto que que están como una rosa.

Pascualita se removía, nerviosa viendo a su amiga discutir a grito pelado y acabó saltando de mis piernas al balcón, seguramente para aislarse en el nido vacío que había allí, pero...

La sirena se estrelló contra los cristales porque la ventanan estaba cerrada. ¡Menudo porrazo se dió! Furiosa, acabó escupiendo veneno ¡a la pantalla del televisor donde la Esteban vociferaba como una posesa! Pascualita no iba desencaminada...

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