sábado, 4 de abril de 2020

21º día en cuarentena.

Menos mal que tengo el árbol de la calle pegadito al balcón y puedo interactúar con él. Por eso, todas las mañanas, para evadirme del aburrimiento que me ronda contínuamente, dispuesto a clavarme las uñas y dejarme sentada frente al televisor, ojiplática, ensimismada, catatónica perdida, viendo sin prestar atención lo que me vayan echando al cerebro donde se junta todo, se arma un revoltijo de noticias, anuncios, musiquitas y demás mandangas y acabo el día hecha una braga mentalmente.

Así que, en cuanto acabamos de desayunar Pascualita y yo, y límpio el pollo que sigue armando con el cola cao, salimos al balcón y nos montamos una película. Hoy convertiremos al árbol en un cocotero, a los gorriones que lo  habitan, en cacatúas, loros, papagayos. La calle en una playa de arenas de coral, finísmas, a las que besa suavemente un mar de color turquesa y aguas cristalinas que se mece al ritmo lento de un ukelele.

Al saltar del balcón al árbol nuestro aspecto cambia... bueno el de la sirena tiene poco arreglo pero alguna florecilla tropical queda prendida en su pelo-algas. Mis vaqueros se convierten en una falda de hierbas y ... ¿Y?... ¿Dónde está mi jersey, top, blusa, camisa... ¡¡¡DÓNDE?!!! 

En aquella playa imaginaria de los mares del Sur hay que ir como la sirena. Pronto me olvido del pequeño detalle y me dejo llevar por la cadencia sandunguera de la música pegadiza. Pascualita y yo avanzamos hacia la orilla, meto un pie en el agua... luego el otro y ¡¡¡salto hacia atrás cuando pasa un tiburón acariciandome los dedos!!!

Corro asustada hacia el árbol, gritando como una posesa: - ¡¡¡QUE ME COME, QUE ME COMEEEEEEEE!!! - Entonces toda la caterba de aves tropicales se lanza contra mi entre un griterío infernal. Cambio de dirección sin saber dónde ir. Y entonces me doy cuenta de que la sirena no está conmigo. Se me cayó de la mano cuando me asustó el tiburón ¡Oh, noooooo!

Me acerco, con mucha precaución, a la orilla. Tengo los ojos anegados de lágrimas por la ¿amiga? a la que no veré nunca más... ¿O sí? El tiburón está tendido en la arena y algo se mueve alrededor... ¿Pascualita?... ¡¡¡Pascualita!!! ¿Qué haces? - ¡Se está comiendo al tiburón! -

Esto me recuerda que tengo hambre y es hora de abrir la lata de fabada.


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