sábado, 11 de abril de 2020

28º día de cuarentena

Llevo todo el día pensando en lo que habló por teléfono, la Cotilla. ¿Quién estaba al otro lado de la línea? ¿Soy una bruja?... No, si lo fuera sabría cómo funciona lo de las hojas del árbol y no me hubiese dado una buena costalada que todavía me duele.

La Cotilla vino en son de paz. Para congraciarse me trajo unos envases de plástico grandes, repletos de requesón- - ¡Mira lo que me he encontrado en la calle! - ¡Caray! entre lo que se encuentra, más lo que se "encuentra", tiene usted la suerte de cara hasta que se la rompa alguien.

- ¡Desagradecida! Con la de cosas ricas que se pueden hacer con ésto: requesón con miel, robiols rellenos de requesón, requesón con... - ¡Pare, pare! Yo no sé hacer eso... - ¿Tampoco? ¿Cómo vas a encontrar novio si ni siquiera puedes conquistarlo, tampoco, por el estómago? - ¿Cómo que "tampoco"? - Para una sola cosa que te ha pedido tu abuela en la vida: darle un bisnieto, eres incapáz de hacerlo... Pobrecita mía... - ¿Quién? ¿yo? - ¡No! Tu abuela. Que crúz tiene contigo.

Ya me extrañaba a mi. Para cambiar el curso de la conversación, dije: - El otro día hablaba usted con no sé quién, de hojas del árbol de la calle... - Ah, ¿sí? - ¿Qué pasa con las hojas? - Eso digo yo. Escuché que decía que era cosa de brujas... - ¿Las hojas? ¿por qué? - ¡No se haga la loca! - ¡Niña, un respeto! ¿Qué lata abrimos hoy para comer?

Y así zanjó la discusión.

Mientras esperaba que se hiciera la hora de comer una lata de lentejas con chorizo, me senté en el balcón con Pascualita puesta en el escote. De repente, una ráfaga de aire sacudió la copa del árbol y cayeron unas cuantas hojitas a la acera. Un vecino que pasaba miró hacia arriba, me saludó y dijo: Si te vas a dar un costalazo como el del otro día, espera que voy a por el móvil. Le hice un corte de mangas y me quedé tan pancha.

Esta noche he soñado que volaba hasta el Infinito y más allá, a lomos del cepillo de barrer...

No hay comentarios:

Publicar un comentario