martes, 7 de abril de 2020

24º día de confinamiento por el Coronavirus.

La Cotilla ha entrado en casa cuando yo no estaba. Habrá hecho copias de la llave, la tía.

En la salita he visto el montón de velas, velitas y velones que habrá acaparado de las iglesias donde va a "limpiar" los cepillos. Siempre lo ha hecho pero ésta vez se ha pasado tres pueblos ¡Hay como para montar una tienda!

Pascualita me reclama que la saque al balcón. Esta se está acostumbrando a mandar más que un Capitán General con mando en plaza. - ¡No se sale! Estamos en cuarentena ¿no te enteras?  - Por toda respuesta me enseña la dentadura de tiburón y mueve la cola amenazadoramente. - ¿Qué me vas a hacer con la cola, media sardina de la puñeta? jajajajajaja (siempre se me olvida que no hay enemigo pequeño)

La sirena tensó la cola y salió disparada hacia mi oreja más cercana a ella, a la que se enganchó con los dientes como si le fuera la vida en ellos. - ¡¡¡AAAAAAAAAAYYYYYYYYYYYYY!!!

Después de llantos, moqueos, gritos, aspavientos, carreras y demás repertorio, acabé bebiendo chinchón a morro para quitarme el dolor. Mientras, iba de lado porque la oreja tenía las dimensiones de las de Dumbo. - ¡Así no puedo salir ni al balcón, jodía sirena dels collons! - Pero ella insistía en salir y al final, para no sufrir otro ataque, le hice caso.

¿Los gorriones ríen?... ¿que no? ¡JA! Toda la comunidad pajaril del árbol de la calle se reía a gorgoritos de mi aspecto. Cosa que me irritó profundamente y decidida a tomar venganza moví la oreja en plan abanico con tal fuerza que formé un tornado que, apunto estuvo de llevarse el árbol entero.

Ni siquiera sé cómo aterrizamos en la Luna. Pero ahí estábamos Pascualita y yo, sin escafandra ni nada. A pelo. El primer pensamiento que me vino a la mente fue ¿Habrá coronavirus? Después ¿qué se puede hacer aquí? Porque no había nada a la vista más que polvo, lunar claro y baches. También pensé en el rolls royce de los abuelitos. Aquí no habría problema para aparcarlo... pero ¿qué sería de mi calle sin el concierto de pitos que se forma cada vez que vienen a casa?

Alguien dijo: - ¡Holaaaaaaaaaa! - Aquello me desconcertó. ¿A alguien se le había perdido un astronauta? - Miré en derredor y vi venir a un hombre acompañado de un perro, a pelo también. - El hombre volvió a gritar. - ¿Una cervecitaaaaa? - No, gracias. Solo bebo chinchón. - Digo que si trae  cerveza. - Pues no, porque no tenía intención de venir hasta aquí. ¿Usted quién es? - ¿Quién voy a ser? El hombre de la Luna y éste es mi perro. - ¡Anda, pues mi abuela le conocía!- Seguramente. Es que a mi las mujeres se me dan muy bien... Y usted tiene su puntito, primor, con esa oreja que es lo más bonito que ha parido madre.

Estuve a punto de quedarme con este, más que seguro candidato a padre del bisnieto de la abuela pero luego pensé que quería aclarar con la Cotilla, ¿a santo de qué había traído tantas velas a casa? Y, en un santiamén, Pascualita y yo, regresamos al árbol de la calle y, de allí, al balcón. 

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