miércoles, 1 de abril de 2020

18º día de reclusión por el coronavirus.

La radio ha dicho que estamos en alerta amarilla por lluvia y claro, he corrido a buscar el chubasquero, el paraguas y las katiuskas. - ¡Pascualita, hoy no podrás salir al balcón porque lloverá agua dulce, con barro o no. Eso no se sabe hasta que te mancha la ropa blanca que haya tendida.

Después me acordé que no puedo salir a la calle por la cuarentena del dichoso Coronavirus de las narices y me ha dado un bajón anímico... Sin embargo, el cielo gris y amenazador, cargado de agua, ha sufrido un pequeñísimo rasgón por el que se ha asomado un fino rayo de sol que ha iluminado, durante una décima de segundo, al árbol de la calle. Y no me lo he pensado dos veces. Llevada por las ganas de salir del encierro forzoso, salté al camino dorado que formaba el rayo y me lancé a la aventura con Pascualita en plan broche.

Mientras caminaba sentí que no estábamos solas y al volver la cabeza vi al primer abuelito correr hacia mi. - ¿Tú también estás aburrido? Pues ya ves, siempre pensé que esto no le pasaba a los fantasmas.

Palma se veía solitaria y triste. Las gotas de lluvia que empezaron a mojar las calles no ayudaron a levantarme el ánimo. Ante mi pasaron hojas y más hojas de periódico que el viento arremolinaba y luego esparcía a los cuatro puntos cardinales. Y todos decían lo mismo en grandes letras negras: TANTOS MUERTOS EN...

Caminando a buen paso por la pasarela dorada, llegamos a la Gran Pirámide de Egipto y me senté en su cima. Mirando en la lejanía vi a los faraones y reinas del pasado, algo que, en otro momento, me haría dar saltos mortales de alegría. Pero ahora no porque en la arena del desierto el viento escribía en letras negras: TANTOS MUERTOS EN...

Volvimos a casa cuando se cerró el pequeño rasgón de las nubes y el rayo de sol desapareció.

Pascualita, sentada en el frutero de la mesa de la cocina, me mira cariacontecida y a mi ni siquiera me apetece un chinchón. Ella ha visto muchísimas pandemias a lo largo de su extensa vida y sabe que hay muchas lágrimas que llorar antes de que desaparezca.

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