sábado, 25 de abril de 2020

42º día de cuarentena y pico.

Se me están terminando las latas de fabada, de judías con chorizo, de lentejas con chicha, de albóndigas con tomate, etc. etc. En casa hay latas de casi todo, es que se me da muy bien abrirlas. No me corto, ni me mancho. Soy una artista en eso. Pero lo que nunca entrará en mi despensas son latas de sardinas en aceite. No, no, no...

Todavía me dura el trauma del día que Pascualita llegó a casa ¡en una lata de sardinas!

Me di el susto de mi vida al que uno de aquellos bichos destripados, descabezados y abiertos en canal ¡se movía! Yo solo quería hacerme un pamb oli con sardinas y con ayuda de un tenedor las iba sacando de la lata y poniéndolas sobre el pan hasta que la última se movió ¡Estiró unos bracitos finos como fideos y agitó las manitas palmeadas!

Grité como una loca - ¡¡¡Abuelaaaaaaaaaaa, hay un feto en la lataaaaaaaaa!!!

Después de regalarme un rosario de insultos donde me dijo de todo menos bonita, se dignó a entrar en la cocina y mirar donde yo le señalaba. Al rato dijo: "Esto no es un feto... ni una sardina ¡Es una sirenaaaaaaaaaaaaaaaaa!" 

Todavía me pregunto ¿cómo pudo sobrevivir a ese sitio oleoso? No lo sabré nunca pero, si ha sido capáz de perdurar a través de miles de años, un trozo de hojalata para ella debe ser pan comido. Por eso no tengo latas de sardina en casa. No sea cosa que alguna lleve más sorpresas prehístoricas... que sé yo, por ejemplo, un centauro. En casa no hay sitio para una cuadra. O un unicornio, pues tres cuartos de lo mismo. O un ogro, un dragón tirafuegos, un gigante con botas de siete leguas, etc. etc. No, no, no... latas de sardina en mi casa ¡jamás!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaa! Mira lo que me he encontrado en la calle, boba de Coria. Abandonadas cerca de un camión que no tenía nada que ver con ellas ¡¡¡Un montón de LATAS DE SARDINAS!!! - ¡Jodía Cotilla!


No hay comentarios:

Publicar un comentario