miércoles, 22 de abril de 2020

39º día de confinamiento.

Estoy molida... Aaaaayyy, no me puedo levantaaaar. Y todo por culpa de la televisión. Me tienen enganchada y engañada, con el cuento de que van a dejarme un cuerpo diez para cuando podamos ir a las playas ¡y gratis!

El maestro de gimnasia está de toma pan y moja. A ver si me entero de dónde vive y le hago una visita para convencerlo de que me haga un bisnieto. Alguno picará, digo yo.

Digo que estoy engañada porque dice que tendré un cuerpo diez ¡¿Con todo lo que estoy comiendo estos días de encierro?! Habrá que verlo. Por lo pronto, todas las mañanas tengo preparadas botellas de agua, que sirven para hacer pesas. Un bolsa de Mercadona hace las veces de mochila para echarme peso a la espalda y a los brazos. El palo de la escoba para saltar, cruzar, en fin, lo que me sale ¡Menos mal que el monitor no me ve! Se le caería el alma  a los pies al pobre.

En fin, quien hace lo que puede no está obligado a más... dicen. Por eso, todas las mañanas, extiendo una colchoneta que tiene más años y más excursiones a cuestas, que el Yeti andando por el Himalaya. Preparo la toalla y los demás elementos que se necesiten ese día y, hale, a calentar se ha dicho.

Pero no estoy sola en la preparación del cuerpo diez. Pascualita también participa porque tiene tanto michelín como yo... sudar, sudamos poco pero nos reímos un montón. Está mañana, cuando me he caído sobre ella y ha quedado un poco pallá, solo me he reído yo.

Nos ponemos las dos en la colchoneta y mientras yo levanto las piernas, ella levanta la cola. En las abdominales, ella se levanta y yo me quedo aplanada contra el suelo. Cuando el monitor dice: meted la barriga, apretad el culete (dice eso) veo que mi tripa meterse, lo que se dice meterse, se mete poco. Y así todo. Eso sí, cuando termina la clase entramos en la cocina y nos ponemos como el Quico de cola cao con lo que haya a mano para mojar..


No hay comentarios:

Publicar un comentario