jueves, 22 de abril de 2021

La caja de música.

 Estaba más aburrida que un mono y me asomé al balcón a ver pasar la vida. Comenté con el árbol de la calle la locura de tiempo que tenemos - Es la Primavera, querida. Todos los años pasa lo mismo. De repente hace calor y las plantas nos preparamos para retoñar. Algunas, incluso, abren sus flores para alegría de las abejas cuando, sin venir a cuento, sopla de nuevo el frío, nieva y todo el proyecto para esta temporada se va al traste...

En esas estábamos cuando, desde la calle me llegó una musiquilla encantadora. Hasta mi primer abuelito se asomó y preguntó, telepáticamente, - ¿De dónde sale? - Y sin esperar mi respuesta, partió veloz rumbo a la acera envuelto en un sudario color rosa fashion.

Informada por él, bajé a la calle y rescaté del contenedor de basura, una cajita de música.

En casa la abrí delante de Pascualita y Pepe mientras por el balcón se colaban, curiosas, algunas ramas del árbol.

Cuando levanté la tapa a Pascualita se le erizaron los pelo-algas, la cola de sardina se puso rígida y la sirena cayó sobre la mesa del comedor, a plomo.

Ante nuestros ojos apareció ¡un sireno! bailando al son de la musica. 

Miré a la sirena. Los ojos saltones giraban alocados dentro de sus órbitas. Su torso de color blanco-verdoso-lila de ahogado, ahora estaba rojo como una gamba a la plancha. Y parecía a punto de ahogarse.

La metí, rápidamente, en su acuario pero ella fue más rápida en salir. ¡Como una flecha!. Llamé a la abuela y le conté lo ocurrido. De momento no dijo nada hasta que se le encendió la bombilla: - "¡¡¡Se ha enamorado!!!" - ¿De quién? - "¡Del sireno!" - Si es de mentira... - "Ella no lo sabe". - ¿Y qué hago? - ¡¡¡JUNTARLOS, BOBA DE CORIA!!!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa!  Anda, una cajita de música. - Estaba en el contenedor de abajo y... - Me la llevaré al trapicheo. - Pero... ¡Es mía! - Lo que está en la calle me sirve para llegar a fin de mes ¿o quiéres quitarme el pan de la boca? 

Cogí la cajita al tiempo que una fierra corrupia, con la boca abierta de par en par y la dentadura de tiburón por delante, salía disparada del acuario a la nariz de la Cotilla.

Ahora la vecina duerme la mona de media botella de chinchón. Cuando se despierte no recordará porque ahora, en lugar de nariz, tiene una trompa de elefante. 

Pascualita se ha llevado al sireno al interior del barco hundido en el fondo del acuario. De momento sigue sonando, distorsionada por el agua, la musiquilla de la caja de música.



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