Ha dejado de sonar la musiquilla ¡Que tostón! Lo malo es que se le ha pegado al árbol de la calle y lleva día y medio tarareándola a grito pelado.
Los vecinos han recurrido al Alcalde para que lo tale de una vez. - El hombre se resiste. - Os dará sombra en verano. Filtrará el aire caliente y os llegará más fresquito... - ¡No se preocupe, Alcalde! Nos compraremos sombreros y abanicos pero, o lo tala ya, o en las próximas elecciones municipales, le va a votar Rita la Cantaora.
Mientras el árbol va a lo suyo, los vecinos están que trinan hasta que al Alcalde se le ocurre decir. - ¿Por qué no aprovecháis y montáis una berbena. La música ya la tenéis. - ¡Ostras, que buena idea! (gritaron, hambrientos de normalidad) ¡Viva el Alcalde!
Después de ser paseado a hombros por el barrio a ritmo de pasodoble, al despedirse se le ocurrió decir: - Y tod@s con mascarilla, eeeeeh! Y a las diez a casita que el virus... ¿Qué pasa? - Los mismos que lo llevaban a hombros lo metieron de cabeza en el contenedor de la basura.
Fue toda una lección de vida vista desde el balcón: en un minuto puedes ser el Emperador del mundo y, al siguiente eres basura. Yo, para evitar males mayores trepé por las ramas del árbol de la calle entrando en su copa y le dije: ¿Qué se hace con un árbol cortado? - Leña para el fuego. - Pues aplícate el cuento, moreno. - Y calló de golpe.
Pero nadie me aplaudió porque los vecinos estaban muy ocupados discutiendo de fútbol.
No hay comentarios:
Publicar un comentario