miércoles, 22 de junio de 2022

Albóndigas.

Me levantè de la cama y como una sonámbula de ojos legañosos, salí al balcón a tomar el fresquito de la mañana. 

En cuanto me vio, el árbol de la calle abrió su enorme boca de madera para recibirme cantando Las mañanitas pero se la cerré de golpe dándole una cura de humildad. - ¡Ni se te ocurra! ¡¿Qué te he hecho yo  para merecer esto?!

La cara del árbol era todo un tratado de "ojiplatez" porque así se quedó: ojiplático. - Yo solo... quería... darte los... ¡snif!... bue... ¡snif! ... buenos días... ¡¡¡BUUUUAAAAAAAAA!!!

Fue peor el remedio que la enfermedad. - ¡Vaaaaale, canta! - ¡¡¡No me da la gana, negrera!!! 

Ese fue el principio de una larga discusión entre todos los miembros de la casa contra mi que duró hasta mediodía, cuando abrí la lata de albóndigas con tomate.

Me fijé que los comensales de la Santa Cena no quitaban ojo a la lata: - ¿Qué pasa? (pregunté) - ¿Crees que se te caerá alguna al suelo? - ¡Que va! soy una experta en sacar albóndigas y ponerlas en un plato. ¿A qué viene ésta pregunta tan tonta? - Tenemos más. Por ejemplo: Si se cayera alguna ¿podríamos quedárnosla para nosotros? - ¿Para jugar al fútbol con ella? jajajajajajajaja ¡Ay, perdonad pero yo también se decir tonterías. - Un rato después caí en la cuenta de que, tal vez, querían decirme algo.

Como si me hubieran leído el pensamiento, uno dijo: Llevamos dos mil años y pico caninos. Desde que nos sentamos aquí no hemos probado bocado desde el trocito de pan con vino... - ¡Pues ya ha llovido, ya! 

Ese mediodía la Cotilla se quejó: - ¿Estamos a plan? - Sí. Es la Operación bikini. - A buenas horas. - Se fijó (cosa que nunca hace) en el cuadro de la Santa Cena y señalándolo, gritó: - ¡¿Esas son nuestras albóndigas, boba de Coria?! - Que puñetera.

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